Editorial de Radio Pichincha
Casi dos meses de campaña sirvieron para colocar un imaginario muy potente: todo será distinto desde esta semana en adelante. De hecho, el propio presidente Daniel Noboa lo explicó ayer y el domingo en la noche, así:
“Hemos defendido al país, ahora tendremos más herramientas para luchar contra la delincuencia y devolverle la paz a las familias ecuatorianas”.
Y también nos dijo: “Gracias Ecuador por su amplio respaldo a una política de seguridad y lucha contra la corrupción que está dando resultados como la captura de hoy a Colón Pico”.
Ojo con la frase siguiente del mismo mandatario, en serio, es del mismo personaje que hace pocos días dijo de todo a sus opositores:
“Gracias a la valentía de los ecuatorianos se le ha devuelto la dignidad a nuestro país. Vivimos situaciones difíciles, pero tengo la certeza que estamos yendo en la dirección correcta. El Ecuador ha hablado, nuestro siguiente paso será seguir trabajando aún más duro que ayer”.
¿De verdad? ¿Se le ha devuelto la dignidad a nuestro país? ¿Con la votación del domingo recuperamos lo que perdimos en estos siete años, pero sobre todo lo que perdimos con la condena internacional tras el asalto a la embajada de México o con la pérdida de millones de dólares por los apagones?
Pues, como se decía en el pasado: “El papel aguanta todo”. Ahora en las redes sociales también se puede decir lo que sea y no pasa nada.
Pero eso no era lo que nos dijeron antes del domingo. Habría que recuperar muchos mensajes y frases que nos colocaban en la dimensión de la felicidad infinita.
Entonces, de aquí en adelante lo único que esperamos es que se cumpla con lo prometido. Caso contrario volveríamos a esa anomia integral, completa y extensa con la que nos mal acostumbró un tal Guillermo Lasso.
El tiempo será el mejor medidor, pero sobre todo la realidad, esa cotidianidad de cada uno de los ecuatorianos y ecuatorianas. Si ya no hay apagones, menos aún sicariatos y un bienestar para garantizar las necesidades básicas, pues tendremos sobradas razones para aplaudir y reconocer que se nos devolvió la dignidad. PUNTO