Editorial de Radio Pichincha
El próximo 24 de mayo, es decir el de 2025, tendremos un nuevo presidente o presidenta. Porque si todo va como va difícilmente habría una reelección, para el actual mandatario, dicen algunos expertos en “teoría de juegos”.
Y si eso es así, tendremos por delante dos escenarios:
1.- Una campaña electoral permanente para posicionar a Daniel Noboa como la única opción para enfrentar a la Revolución Ciudadana, a la plataforma democrática progresista de la que otros hablan o a un candidato de la misma derecha que hasta hace unas semanas apoyaba al presidente en funciones.
2.- La situación económica, social y de seguridad no mejorará, al menos no vemos signos que apunten a un mejoramiento sustancial. Y, por lo mismo, tendremos el mismo relato que hasta ahora hemos constatado en un verdadero “estado de propaganda”, donde se incluye desde el populismo penal, la banalidad en todas sus expresiones y un conjunto de “fuegos artificiales” para tenernos distraídos de los problemas fundamentales.
En realidad, no sabemos qué hará de aquí al próximo 24 de mayo, pues el pasado viernes no supimos qué obras realizará, cuál será el incremento de la inversión social en general, las condiciones del sector eléctrico (habrá o no más cortes de luz), qué va a pasar con el subsidio a los combustibles, etc.
Y eso sí que preocupa. Hay problemas sumamente graves como para distraernos con asuntos no menores como el rol que debería cumplir su Vicepresidenta, si usa una ropa o unos zapatos, mucho más si acarrean gente para hacernos creer que hay apoyo popular callejero a un presidente al que le negaron las dos preguntas medulares de la Consulta Popular en un 70%.
Partamos además de dos asuntos que son clave en la agenda nacional: la seguridad y el empleo. De los dos no tuvimos ninguna señal ni anuncio de lo que tendremos en los siguientes 12 meses como para proyectar algún nivel de expectativa. Y a eso se suma que hay unas obligaciones con el FMI que nos colocarán en otra situación económica, en la macro y en la microeconomía.
Y si nos ponemos un poco ortodoxos valdría la pena saber cuáles son las metas de crecimiento económico, de producción petrolera, de inversión en salud, educación y obra pública. Porque eso se suma con los pronósticos del propio FMI y de Cepal que hablan de que seremos uno de los países con el menor crecimiento económico, que no superaría el 1%.
Por eso nos preguntamos: ¿nos pusieron a hablar de las banalidades para no tocar estos asuntos y dejar espacio para la reflexión de un asunto de fondo como es la economía?
En estas circunstancias, no nos queda sino que seguir explorando la crítica más sesuda y sana porque si no la democracia seguirá siendo un caricatura de cartón. PUNTO