El 29 de febrero de 2020 se detectó el primer caso de coronavirus en el país. A partir de ahí, la pandemia se desató por todos los rincones.
¿Cómo inicia un relato de terror? ¿Cómo se narra una distopía? ¿Una tragedia planetaria? ¿Un suceso jamás experimentado por nuestras generaciones? El escritor Jorge Carrión, al intentar abrir la puerta de este nuevo acontecimiento, apuntó en su libro Lo Viral: “17 de noviembre de 2019. Por la mañana un virus desconocido entra en el cuerpo de un hombre de 55 años cuyo nombre también desconocemos. Por la tarde empieza el siglo XXI”.
Si bien en esa fecha el mundo empezó a mostrar un nuevo rostro –con mascarilla, gel antibacterial y alcohol–, en Ecuador, el cambió demoró unos meses más. Tiempo, eso sí, que no fue aprovechado por las autoridades para adoptar medidas preventivas. Hasta que el 29 de febrero de 2020, en un vuelo proveniente de Madrid, arribó la primera contagiada de COVID, desatando la cadena de infecciones.
Quienes tomaban las decisiones sobre seguridad nacional, eran el expresidente Lenín Moreno, la exministra de Gobierno María Paula Romo, y la exministra de Salud Catalina Andramuño.
El 12 de marzo, en cadena nacional, Moreno anunció medidas para prevenir los contagios en el país. Días después, se aplicó el toque de queda y cuarentena obligatoria. Entre la obediencia de unos, la desobediencia de otros, la escasez de dinero, los despidos laborales, las deudas acumuladas y los arriendos sin cancelar, la negligencia del Gobierno encendió las críticas.
El 21 de marzo, Andramuño salía por la puerta trasera y el doctor Juan Carlos Zevallos era su reemplazo –por su supuesta experiencia epidemiológica–, calzando perfecto en este relato obscuro. Y no exagero, porque a partir de este punto se dieron las peores escenas de la pandemia en el país.
En Guayaquil, decenas de cadáveres aparecieron en las calles, dejados al abandono por miedo y negligencia estatal. Guayaquil no solo se convertía en el epicentro del virus, sino también reportaba exceso de muertes, con cuerpos extraviados en hospitales o cuerpos que eran incinerados sin la vigilancia de sus familiares.
En este punto, en el resto del país, continuaban también los decesos. Según datos del Registro Civil, entre el 1 de marzo al 15 de junio del 2020, se registraron 20 mil muertes por encima del promedio de años anteriores.
Ecuador cerraba así el 2020. Con denuncias de sobreprecios en la compra de medicamentos o equipos de salud. Con una lista de personas que no laboraban en primera línea y recibieron la vacuna antes que los médicos. Y sí, el país topó fondo.
Cambio de página
Guillermo Lasso, después de asumir la presidencia, el 24 de mayo del 2021, cumplió con su oferta de campaña de vacunación masiva. Un hecho relevante, después de ver la crisis en la que estuvo el Ecuador de Lenín Moreno.
9 millones de ecuatorianos fueron vacunados, con la primera dosis, en los primeros 100 días del nuevo gobierno. Para el 30 de noviembre del 2021, 11’335.000 personas fueron vacunadas en Ecuador, con las dos dosis. Es decir, más del 70% de la población, mayor a 5 años de edad, está ya inoculada.
Además, el 1 de diciembre de 2021, inició la vacunación masiva a la población, con la tercera dosis contra el coronavirus. Estaba previsto que el proceso arranque en enero de 2022, sin embargo, las autoridades adelantaron la acción debido a la propagación de Ómicron, la nueva variante de la COVID-19.
Este panorama alentador, sin embargo, oscureció otros sectores del área de salud. Xavier Córdova, gerente de la Fundación Hemofílica Ecuatoriana, indicó que desde marzo del 2020, 6.000 personas con enfermedades catastróficas, raras y huérfanas dejaron de recibir medicamentos esenciales. Según la estimación de la Alianza Nacional por la Salud, 1.500 pacientes fallecieron a causa de la desatención estatal.
Y un grupo de médicos posgradistas, exige el cumplimiento de la disposición transitoria octava de la Ley Humanitaria. En este artículo, se indica que los galenos en formación, que prestaron sus servicios durante la pandemia, suscribirían contratos de servicios ocasionales y recibirían una remuneración mensual. Sin embargo, hay médicos a quienes no les cumplieron.
Además, la proforma presupuestaria 2022 que presentó el Ejecutivo a la Asamblea Nacional, generó discordia. Algunos legisladores e instituciones, sostienen que los recursos disminuyeron, incumpliendo el mandato constitucional. Según el Gobierno, en cambio, lo presupuestado sí garantiza el incremento constitucional del 0,5% del PIB. Por eso dicen que la proforma contempla USD 3.162,48 millones, mientras en 2021 fue de USD 2.918 millones. Es decir, se aumenta USD 243 millones.
Pese a toda esta ambivalencia pandémica, hay algo inamovible: la constancia de los médicos por seguir atendiendo a las personas, en esa lucha diaria por servir o curar. Ellos fueron los primeros en darle batalla a la COVID-19 cuando inició este relato de terror. Y ellos son los que siguen batallando hasta el día de hoy, con sus conocimientos, estudios y experiencia. En una historia oscura y triste, los médicos son la luz que abre el camino a la esperanza y la subsistencia.