Expresan su preocupación por que Ecuador cambiaría su modelo de votación en Naciones Unidas, a fin de que sea más balanceada y de apoyo a Israel y no a la causa Palestina.
Punto Noticias. La Asociación de Diplomáticos Ecuatorianos en Servicio Pasivo (ADESP) cuestionó al Gobierno por la postura que asumió durante su visita a Israel, en la que anunciaron su apoyo con el voto en Naciones Unidas y ya no a la causa Palestina.
En una misiva dirigida al canciller ecuatoriano, Juan Carlos Holguín, la Asociación expresa su preocupación por las declaraciones del subdirector general del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí, Jonathan Peled, en las que informa que el Presidente Lasso ha informado a sus contrapartes, los anfitriones israelíes, que el Ecuador cambiará su modelo de votación en Naciones Unidas, a fin de que sea más balanceada y de apoyo a Israel en los escenarios multilaterales.
Peled recuerda en la nota periodística que Ecuador ha sido parte del bloque mayoritario de naciones que consistentemente ha votado en apoyo a la causa palestina y que, ahora que “han decidido cambiar de una política anti israelita a una más amigable estamos, por supuesto, muy interesados a nivel político y vemos una gran oportunidad a nivel comercial y económico”.
Otra interrogante que les preocupa es la apertura de la Oficina de Innovación del Ecuador en Jerusalén y no en Tel Aviv, donde está la sede diplomática de Ecuador.
“¿Lo mencionado podría ser interpretado como el prólogo de lo que sería el reconocimiento de Jerusalén como capital del Estado judío?”, cuestionaron.
Cambiar el modo de votación en Naciones Unidas, explican, alejaría al país de la posición que ha sostenido tradicionalmente y que mantiene la inmensa mayoría de países que acatan la Resolución 478 del Consejo de Seguridad, adoptada el 20 de agosto de 1980 con 14 votos a favor y una abstención -USA-, por la cual se condenó el intento de anexión de Jerusalén Este, por parte de Israel, así como la Ley de Jerusalén del mismo año, por la cual Israel declaró a la ciudad de Jerusalén como “capital eterna e indivisible” del Estado israelí.