Editorial de Radio Pichincha
Con el dictamen de la Corte Constitucional, con el que se despenalizó la eutanasia en Ecuador y se permitió que las personas con enfermedades catastróficas o incurables puedan acceder a una muerte digna, se marcó un antes y un después en la historia del país.
Con esta resolución, Ecuador podría convertirse en el décimo país en el mundo en desarrollar un instrumento normativo para regular la eutanasia, y esto se desprende gracias a la lucha de Paola Roldán Espinosa, una mujer de 42 años que padece esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad incurable que afecta y destruye las células nerviosas que controlan sus músculos y la tienen postrada en una cama desde hace tres años.
Gracias a su lucha, el Estado deberá implementar la normativa que sea necesaria para que miles de personas que atraviesan por su misma situación puedan decidir el día, la hora y la forma en la que van a morir.
Las palabras de Paola emocionaron a más de uno hasta las lágrimas y, sin duda, permitieron que seamos un poco más reflexivos, empáticos y nos despojemos de nuestras dogmas y creencias para que, al menos por un momento, nos pongamos en sus zapatos y así podamos comprender su situación.
Porque tal y como lo mencionó en la rueda de prensa de ayer: “la lucha por los derechos humanos nunca es un camino asfaltado” y eso se siente así porque esta batalla no fue nada fácil para Paola. Estuvo llena de obstáculos y un sinnúmero de críticas, pero también representó una oportunidad para que miles de personas ahora puedan opinar y decidir sobre su vida.
Paola expresó su deseo de concluir con su vida antes de que esta enfermedad deteriore su cuerpo por completo y no le permita despedirse de su esposo y su hijo, pero, ahora, el Estado es responsable de garantizarle esta salida.
Por eso, es importante estar atentos y exigir que la Asamblea, la Defensoría del Pueblo y el Ministerio de Salud cumplan con su obligación y permitan que Paola y muchas personas más se despidan de este mundo de una forma digna. PUNTO