Editorial de Radio Pichincha
Frente a la cruda realidad, ahora observamos a todos aquellos que levantaron la tarima mediática para que Guillermo Lasso sea Presidente en una actitud bastante curiosa, para decirlo bajito.
Son los mismos que se plantaron en calidad de actores políticos con otro Gobierno, al que odiaban porque les puso en su lugar, les quitó las prebendas y nunca cedió a sus chantajes. ¿O ya nos olvidamos de que antes del 2007esos mismos periodistas y medios negociaban con los gobernantes para pedir frecuencias, negocios paralelos y canonjías para sus parientes personales o de modo indirecto para ellos mismo?
Por ejemplo, hay todavía unos periodistas que se llaman así porque recibieron los títulos de esa condición por parte de la dictadura. Nunca pasaron por la Facultad de Comunicación y ahora se creen con la autoridad moral para dictar clases a las nuevas generaciones de periodistas.
Y también están aquellos que fueron retratados y denunciados con la divulgación de los cables de WikiLeaks: se supo por los mensajes de los embajadores de EE.UU. cómo se beneficiaban de ciertos favores de ese país y, sin que haya pruebas, también recibieron en “crudo y cocinado” en sus chequeras. ¿O no era así como construyeron y sostienen fundaciones como esa llamada Fundamedios?
Ahora son esos mismos quienes se quieren lavar la cara, limpiarse de culpas y hasta manosear la historia pidiendo a Lasso que corrija y que está a tiempo de salvar su Gobierno.
Basta oír a Carlos Vera, Jorge Ortiz y Janeth Hinostroza pedirle a su amigo y líder que eleve el bono, invierta en obra pública, que use las reservas monetarias bien cuidadas en Ginebra y una serie de “consejos” para que se salve (y de paso no les arrastre a ellos).
Es muy sintomático lo que pasa. Como si fuese una película repetida con lo hecho con Jamil Mahuad, cuando ya el agua cubría la nariz o el barco se hundía y hacía agua por todas partes. Son los mismos que dijeron que las revelaciones de audios no eran pruebas, que con eso no se hacía periodismo, que un audio o un tuit no es una prueba. Y claro que no lo es en sí mismo, era la punta del ovillo que luego investigaciones más profundas y documentadas de asambleístas han demostrado que hay mucho más.
Esos periodistas de la llamada Mafia Mediática (porque se organizan, cruzan libretos y actúan en colusión) insultan sin freno alguno a quienes hemos sostenido la misma postura profesional, ética y periodística para decir la verdad, explicar la realidad y sin forjar documentos ni montando espectáculos ejercemos un periodismo responsable.
Así que aténganse al juicio de la historia señores y señoras que alabaron al banquero y candidato con entrevistas muy concesivas y halagos políticos en todas sus emisiones, en sus editoriales y hasta en supuestas investigaciones. PUNTO.