Editorial de Radio Pichincha
Los gestos, los símbolos, las personas y los modos en política mandan señales todo el tiempo. Nadie duda que un guiño o un silencio puede decir mucho y hasta copar todo el imaginario sobre un hecho.
Y ayer la presencia de Alberto Dahik, en Carondelet, lanza un mensaje muy potente. Del lado derecho del presidente electo, el exvicepresidente, exiliado muchos años en Costa Rica y amnistiado en el 2008, no es cualquier personaje. Quienes siguen la política entienden perfectamente que no hablamos de un acompañante más, de un asesor cualquiera. Incluso, exagerando un poco, a este señor se lo considera el ideólogo del neoliberalismo de los años ochenta. Y sin exagerar no olvidamos que fue asesor presidencial del inefable Lenín Moreno Garcés.
Por lo tanto, ¿estamos frente a un escenario mucho más profundo de un neoliberalismo duro y crudo? ¿Vamos a revivir y a reiterar el relato político de que la economía de mercado manda y no hay otra alternativa? ¿Entonces ahora se entiende mejor el discurso de la vicepresidenta electa de que el Estado no sirve para nada y que todo debe ser privatizado?
Qué duro resulta pensar en esto, pues queda claro que el presidente electo nunca explicó qué quería hacer con este país, qué plan económico real y palpable tenía y tiene para Ecuador.
Y siendo así, entonces vamos a tener un don Guillermo 2.0. PUNTO