Por Andrés Luna Montalvo
Si los antecedentes no fueran tan numerosos, el que se acuse a un futbolista ecuatoriano de adulterar su identidad nos llamaría la atención. En 2018, la investigación coordinada entre la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) y la Dirección Nacional del Registro Civil arrojó 75 casos de adulteración de futbolistas, todos juveniles, a los que, en su mayoría, se les impidió continuar sus entrenamientos con esa documentación.
Pero no solo se trata de jóvenes y niños o jóvenes que se hacen pasar por niños, también hay casos emblemáticos de profesionales que se reciclan una y otra vez cuando otro escándalo salta a la luz: Ángel Cheme, Moisés Cuero, Walter Ayoví, Alexander Domínguez y un largo etcétera. También es justo decir que el deportista es uno de los últimos eslabones en la cadena, que inicia con representantes o empresarios, clubes, padres de familia o tutores, funcionarios públicos, entrenadores y quien sabe cuántos más.
Los aficionados al fútbol en Ecuador confiamos en que el caso de Byron Castillo se resuelva favorablemente; que en adelante el joven futbolista sea quien dice ser y de una vez por todas su nombre deje de figurar en portadas de medios deportivos sin que necesariamente sean lo méritos técnicos lo que lo obligue. Es el escenario más probable. Pero también hay otras instancias que podrían ser menos alentadoras.
Otra probabilidad es que la FIFA acoja los descargos de la FEF por encima de la documentación que ha presentado la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile (ANFP), pero con una atmósfera de resignación como sucedió con Domínguez o Ayoví, donde su identidad fue cuestionada y se pagó una penalización por este incidente. Aunque un mal menor para la FEF, sería un estigma que acompañaría al jugador por el resto de una larga carrera que se le augura. Incluso se puede esperar que FIFA imponga amonestación, pero no a la FEF sino al jugador, estimando que los plazos establecidos para la denuncia motivada por Chile se incumplieron, lo que acomoda a Ecuador en el Mundial, pero a todas luces decreta que el deportista no es la persona que nació el 10 de noviembre de 1998 en General Villamil.
El peor de los escenarios, pero el más improbable a la vez, es que la Selección pague los platos rotos y se elimine administrativamente de Qatar 2022. Los denunciantes incluso piden que se excluya a Ecuador del proceso rumbo a Estados Unidos, Canadá y México en 2026. Pero de llegar a esta instancia, sin duda que lo menos importante debería ser la discusión deportiva. El país está cansado de la apología del delito y la impunidad. Nos preocupa la desinstitucionalización y la infracción como método para insertarse en el fútbol profesional. Queremos un Ecuador diferente al que se muestra interna y externamente, donde se asesinó a tiros a un atleta olímpico y el goleador del campeonato está preso por vincularlo presuntamente con el crimen organizado. Sin embargo, la pregunta de sobremesa sigue siendo ¿jugaremos el Mundial?