Editorial de Radio Pichincha
Con el mecanismo constitucional de la llamada muerte cruzada no hay tiempo para negociar ni comprar los votos. Y, siendo el juicio político un proceso más denso y cargado de filtros para evitar que prime la politiquería, para garantizar el debido proceso y con ello se haga justicia legislativa, parecería que para los mercaderes de la política es la gran oportunidad para comerciar los votos.
En medio de las trifulcas que arma el apócrifo periodista, presidente de la Comisión de Fiscalización, con el claro afán de convertir todo en un sainete, queda más claro que todo eso ocurre para tapar las negociaciones de pasillo, de hoteles, de ministerios y de ciertas agencias bancarias que ahora trabajan con mucho fervor para salvar a don Guillermo de la destitución.
Varias fuentes comentan que la cotización llega hasta los tres millones de dólares por voto. Otros dicen que ese dinero se podría depositar en cuentas de paraísos fiscales. Y también cuentan que los cargos en ciertas instituciones están en oferta para determinadas áreas donde hay contratos con empresas privadas.
Sea o no sea verdad, partamos de la realidad: el Ministro de Gobierno, es un ex diputado socialcristiano, que conoce a sus ex coidearios y saben de qué pata cojean. Y por eso está activo, por eso trabaja a todo pulmón y le garantiza a su jefe que puede bajarse los votos que hacen falta para salvarlo de la picota política. Si ese cargo fue creado para hacer puentes de diálogo y de relaciones armónicas, parece que la única lógica que entienden los banqueros en el poder es la de la chequera. Sin ninguna ética estamos experimentando la más baja de las acciones desde un Gobierno que no da la cara, que no discute con la oposición, que se rodea de negociantes, como si estuviésemos cotizando bonos en la bolsa y se apuesta por la tarifa al alza.
¿Cuántos votos faltan por comprar? ¿Por qué los asambleístas no hablan claro y declaran públicamente cómo van a votar si ya saben todos los argumentos que llevaron a este juicio? ¿O es que no les basta con un sueldo sustancioso para vivir cómodamente y quieren más?
Por suerte hay asambleístas decentes y dignos que han dicho desde un principio cómo van a votar. A ellos no les llega un señor Cucalón con candilejas y moneditas de oro. Y por eso también van hacia los “débiles”, hacia los pusilánimes y hacia esos que creen que la curul es un cajero automático.
Bien haría la Asamblea en apresurar este proceso para que no se encarezcan los votos y para que salgamos de los intentos de hacer el peor sainete y con ello, luego, justificar la ausencia de legitimidad en el resultado final.
Si tantas neuronas ocupan en negociar y comprar conciencias, no estaría mal que las usen para mejorar la economía y garantizar seguridad y bienestar a la mayoría de la ciudadanía PUNTO