Editorial de Radio Pichincha
Ayer subrayamos el desprestigio que vive la Policía ecuatoriana desde hace varios meses. Quizá ya son años, pero en los últimos meses se agudiza con muchos problemas que ya no solo revelan un fenómeno, sino una crisis muy profunda, que exige ya una respuesta interna y externa.
Ya mismo se acerca un aniversario más de aquel fatídico 30S. Y vale la pena recordarlo porque después de ello hubo un sinnúmero de análisis para entender qué tipo de fuerza policial tenemos. Se hizo bastante, pero llegó Lenín Moreno y María Paula Romo y ya sabemos qué hicieron con los policías para socapar sus odios y venganzas.
Y ahora se acumularon todos los males o se evidenciaron síntomas que han aflorado en medio de una ausencia de liderazgo y autoridad estatal, que para el caso de Guillermo Lasso pasa más ocupado atendiendo su salud que el país que prometió gobernar.
Ayer, además, las máximas autoridades cometieron errores graves al tratar la desaparición de la abogada de 34 años, María Belén Bernal, al parecer víctima de su esposo, el policía Germán Cáceres. Nos creen tontos, suponen que son la máxima autoridad moral y por eso son capaces de subestimar un crimen cometido en la Escuela Superior de Policía. ¡Hasta cuándo derrapan como si fuese un chiste¡
Pero también hay algo más grave: todos los influencer, tuiteros, asambleístas, periodistas y otros tantos seguidores de Lasso hicieron ayer lo más reprochable que puede ocurrir frente a una situación tan delicada como un posible femicidio. En su afán de defender al gobierno vuelven sobre la disputa correísmo y anticorreísmo. La asambleísta de CREO María Belén Cordero y el supuesto cineasta y vicepresidente de la fundación que preside Guillermo Lasso, el señor Carlos Andrés Vera, actuaron como lo que ha gestado la derecha fascista de América Latina: culpar a sus rivales políticos de la denuncia de grupos feministas y de la sociedad en general. Ya no tienen vergüenza porque viven del odio político, de la venganza y asumen que son los santo sanctórum de la moral pública.
¿Hasta cuándo seguiremos hablando de la Policía y sus fallas? ¿Cómo puede sobrevivir una democracia cuando los guardianes de la seguridad pública son los primeros observados violando la misma? ¿Quién pone orden en este país o cree Lasso que con un tuit “ordenando” lo que nadie cumple ejerce el cargo de presidente?
De ser cierto que ocurrió un femicidio al interior de una instalación policial, estamos frente a un grave acontecimiento. No puede quedar en la impunidad, porque se trata de una vida. Que no nos digan que ella desapareció. Hablemos claro: la desaparecieron su esposo y sus cómplices, quienes no lo detuvieron, por más que la Fiscalía advirtió de darle seguimiento y también la desaparecen quienes colocan este crimen como un problema político.
Nos duele decir, pero la Policía Nacional de Ecuador está enferma. Duele y por lo mismo requiere de atención inmediata. Y no se resolverá con una consulta para lavar la imagen de un Presidente con la peor calificación de América Latina.