Editorial Radio Pichincha
Cuando las tradiciones dan cuenta de maleficios enraizados en prácticas poco éticas, nadie duda que todo lo que empieza mal termina MUY MAL.
Y no cabe duda de que el régimen de don Guillermo ha hecho de todo para evitar, en principio, una investigación transparente, expedita y responsable de los casos de supuesta corrupción en su Gobierno. Si lo hubiera hecho así, en segundo lugar, no solo él sino el país entero habría ganado mucho y no habría perdido tanto tiempo en dimes y diretes.
Pero ahora está más claro que si la intención de sumar votos para salvarse de la destitución atraviesa por la cooptación, la compra y hasta las amenazas, entonces no hay una sola consideración de orden ético.
Hoy por hoy ya no se discute las pruebas y testimonios que hunden más el caso en un agujero para cavar la sentencia, sino que ahora la ocupación es cuántos asambleístas son comprables, con ministerios, puestos y canonjías para los parientes de aquellos representantes legislativos que tasan cada vez más alto su voto.
COMPRAR VOTOS, ASAMBLEÍSTAS Y CONCIENCIAS TAMBIÉN ES CORRUPCIÓN. Así de claro y así de contundente.
Y dejarse comprar o vender el voto también es un delito ético y moral con el país, con la democracia, con los partidos y movimientos y por supuesto con los electores que pusieron en esa curul a estos ciudadanos y ciudadanas que mantienen reuniones semi clandestinas con operadores del Gobierno.
No se trata de salvar a un ciudadano en un cargo, a un presidente en el poder, sino de dejar y sentar un precedente para que nunca más vuelva a ocurrir que se llega a Carondelet, se coloca a sus amigos y colegas en los puestos clave y después ver cómo los recursos se desvían hacia ciertas personalidades que pusieron plata en la campaña para luego cobrarse esos favores multiplicados por mil.
Ya lo dijimos ayer: SI LA FISCALÍA NO HACE NADA, entonces la vía democrática y constitucional es el juicio político y luego lo que venga. PUNTO