Editorial de Radio Pichincha
Parecería que ahora, cuando se acerca la presidencial de Argentina, vale la pena pensar en dos cosas clave:
1.- ¿Tiene la derecha la voluntad democrática para gobernar para todos y no asumir un modelo que solo enriquece a unos pocos y privilegia el capital sobre el ser humano?
2.- ¿Hay condiciones para que la democracia se fortalezca con gobiernos de derecha asumiendo que no son los dueños de la verdad, que las demás fuerzas políticas tienen la misma legitimidad y se piense en salir del subdesarrollo?
Claro, cuando hablan dicen todo eso con un lenguaje formal y hasta florido, pero en la práctica las obras hablan. Don Guillermo es una muestra y ojalá que Daniel Noboa no sea una reiteración de lo mismo.
Este momento hace falta, en todo el mundo, dejar el odio y la venganza como herramientas de ataque y deslegitimación. Por supuesto, para eso hace falta mucha plata. Pero lo sorprendente es que aquellos sectores afectados por las medidas neoliberales ahora se alinean porque supuestamente hay posibilidades para todos bajo ese modelo.
Javier Milei es quizá la mayor representación de esa derecha extrema que no piensa en el país, sino en sus fobias y en sus rencillas históricas. Así como acá la vicepresidenta electa ha dicho que el Estado estorba, que la educación y la salud deben ser privatizadas. En Argentina se sostiene ese relato político pensando que así se percibe o anuncia un bienestar para todos.
Hoy por hoy, en medio de una crisis global, tras una pandemia letal y con una reconfiguración de capitalismo, los de derecha están pensando solo en ellos, con anuncios rimbombantes que no explican hasta dónde llegará su acción depredadora para los más pobres, para las mujeres, para las comunidades sexuales y también para las campesinas e indígenas.
El domingo habrá segunda vuelta en Argentina y desde ahí veremos, paralelamente, cómo en Ecuador la derecha actuará para asegurar un dominio en la región con el aplauso del gobierno de Washington. PUNTO