La reciente sentencia de la Corte Constitucional de Ecuador, que despenaliza la eutanasia activa, marca un hito en la protección de los derechos individuales en el país. La lucha de Paola Roldán, una ecuatoriana afectada por esclerosis lateral amiotrófica (ELA), ha sido fundamental en este proceso legal, que ahora otorga a los ciudadanos ecuatorianos el derecho a una muerte digna y autónoma.
Paula Cantos, Coordinadora del área de género del Observatorio de Derechos y Justicia, destacó las tres condiciones establecidas en la sentencia para acceder a este derecho: debe ser realizado por un médico, requerir el consentimiento informado de la persona y la presencia de una enfermedad catastrófica que impida cumplir con el plan de vida.
Cantos subrayó que el derecho a la vida no es absoluto, recordando la posición de la Corte en casos anteriores, como el del aborto por violación, donde se reconoció que el derecho a la vida puede admitir excepciones según las circunstancias y plantea la importancia de distinguir entre el derecho a la vida y el derecho a una vida digna, señalando que este último está vinculado al plan de vida de una persona.
Por su parte, el Médico Genetista, César Paz y Miño, elogió la estructura y lógica de la sentencia sobre el tema de la eutanasia, que aborda aspectos como la dignidad, autonomía y consentimiento informado, así como la ideología social y el comportamiento de las enfermedades. Destacó que la ciencia ha cambiado la comprensión de la vida y la muerte, lo que demanda una práctica social acorde a las necesidades, como la vida digna.
Señaló que existen enfermedades que generan dramas médicos, familiares, sociales y económicos, alterando el plan de vida de las personas y llevándolas a considerar la eutanasia como opción voluntaria para aliviar su sufrimiento.
Paz y Miño, puntualizó por qué se habla de enfermedades raras, catastróficas y huérfanas: son raras, porque afectan a pocas personas, catastróficas porque no tienes nada que hacer en relación al progreso de la enfermedad y del futuro de la enfermedad y huérfanas, porque nadie les pone atención, no hay curaciones, no hay tratamientos específicos y cuando los hay son tan caros, que incluso no existe la facilidad de acceso a los tratamientos.
Frente a esta posibilidad, resaltó la necesidad de discutir acerca del testamento vital para que las personas expresen sus deseos en situaciones de conciencia.
La psicóloga Graciela Ramírez, también expresó su total acuerdo y compromiso con la sentencia sobre la eutanasia. Reconoció la lucha de Paola Roldán y su familia, que incluso se han enfrentado a personas que deshumanizan el sufrimiento, describiendo a la vida como el mero hecho de tener signos vitales.
Para Graciela, aceptar y recibir la muerte de una forma digna disminuye ciertas sintomatologías que se derivan de la fatiga por compasión.
“Es digno, es ético, acoger esa angustia y ayudar de alguna forma a aplacarla, con esta garantía de que la vida va a ser digna hasta el último minuto, con la garantía de que va a haber palabras que nombren a la muerte y que le permiten a la gente simbolizar esta muerte como algo digno”.