Editorial de Radio Pichincha
¡Cómo cambian las cosas!
¡Cómo los relatos se adaptan a las circunstancias y a los intereses particulares!
Una de las mayores plataformas políticas de los politiqueros de siempre, donde se incluyen los supuestos periodistas, los “denunciólogos” y esos medios supuestamente libres e independientes fue que la Asamblea Nacional debe fiscalizar al poder político del Ejecutivo. Cuando estaba Rafael Correa se quejaban de que no había esa susodicha fiscalización.
Cuando ejerció el poder el malhadado Lenín Moreno se aplaudía la fiscalización al gobierno anterior e hicieron carnaval con cada caso y personaje investigado, salvo con María Paula Romo. Con Guillermo Lasso se resistieron, pero al final tuvieron que aceptar la fiscalización de Patricio Carrillo y el mismo banquero presidente, pero no tuvieron la osadía de decir que no había que hacer fiscalización.
Hoy parece que todo cambia. Fiscalizar a la Fiscal, a los ministros de Lasso y a los titulares de los organismos de control ya no vale. Así parece que se han propuesto algunos actores políticos. Pero olvidan un gran detalle: fiscalizar no quiere decir en sí mismo juzgar o condenar. De eso hay que estar claro. Se trata de investigar, de abrir un espacio de debate, de pruebas y descargos para saber hasta dónde hay responsabilidades que lleven a un juicio político a la autoridad fiscalizada.
Claro, como se trata de la Fiscal, a la que tantos protegen y también apañan en sus aventuras judiciales, entonces no. Que hay motivos, sí, los hay. Que no necesariamente eso implique juzgamiento y condena, también es cierto. Al menos ya hay varias sospechas sobre ella que señalan incumplimiento adecuado y efectivo de su trabajo, eso sin descontar la investigación abierta por la tesis, que no parece que fue hecha de su propia inspiración y trabajo académico.
Y ella mismo, si es demócrata, debería asumir la responsabilidad de afrontar cualquier fiscalización porque constitucionalmente es sujeto de ella, de esa obligación constitucional. No hace falta exhibir un poder y menos amenazar con juzgar a los integrantes de la organización política que plantea la fiscalización para jugar a quién es el más poderoso en este “mar de intocables”.
Los partidos y organizaciones que ya se han pronunciado tiene el mismo relato que exhibieron en junio y julio del año pasado para impedir la fiscalización a Lasso, para ese momento daban por hecho que no había “suficientes pruebas” para juzgarlo. Y no pasaron ni seis meses y empezaron a brotar, como canguil, las denuncias y luego vimos que en enero, febrero, marzo y abril se acumularon todas las evidencias.
Y, si este miércoles se da paso al juicio político a Lasso, también habría que ver cómo se comportan esas fuerzas políticas que hicieron campaña presidencial hablando pestes, con razón y sin razón, del peor presidente de la historia, hasta ahora. PUNTO