Editorial de Radio Pichincha
Si estamos en plan de especulación conspirativa, todo lo que está pasando estos días nos lleva a pensar que nos están “calentando” el ambiente para algo más grande, algo de mayor gravedad, quizá con unas claras intenciones políticas.
Reflexionemos en esa línea de pensamiento: tras las revelaciones del periodista Andersson Boscán, que no son cualquier cosa, se producen explosiones, coches bomba, motines carcelarios y con ello se intenta desviar la atención sobre esas imputaciones. Al mismo tiempo, los abogados de los policías amenazados por hacer el seguimiento a los miembros de la Mafia albanesa hacen la denuncia y pasan pocas horas y se producen las explosiones.
Nada es casual, ya no estamos para juegos de niños y menos para creer en cucos, como nos quiere hacer creer don Guillermo y sus comunicados oficiales.
Lo más importante: hay un parte policial de abril de este año y ya se sabía de las amenazas de muerte contra Fernando Villavicencio, Boscán y otros periodistas. ¿No sabía el Presidente saliente de esto? No queda la menor duda que esto lo sabían en Carondelet, una cosa de esa dimensión no se deja de lado. De no saberlo, que es imposible, también sería una falencia del tamaño del Chimborazo.
De hecho, en las últimas entrevistas de Boscán se conoce ahora que hubo una reunión de un delegado de la Fiscalía, Sebastián Corral y el mismísimo Guillermo Lasso, donde recibieron informes reservados de la Fiscalía. ¿Por qué lo tiene el presidente saliente si es él uno de los que entran en el círculo de la sospecha? ¿Ahora con esos informes puede moverse, encubrir y hasta utilizar su poder para quedar en la impunidad?
Y, por si fuera poco, tras las revelaciones se conoce también que la Fiscalía investiga a Boscán, a los policías investigadores y a todo aquel que tenga algún dato sobre el caso León de Troya, el asesinato de Rubén Cherres y el de Villavicencio.
Entonces, cuando pasen los años, cuando tengamos más claro el panorama, veremos la verdadera dimensión de lo que está pasando en Ecuador de este 2023, quizá el año más terrorífico de toda la historia.
Entre el miércoles y jueves los bombazos ya solo suenan a una acción fascista para encubrir a los verdaderos responsables de todos los crímenes que hasta ahora no hay una sola pista que se puede discutir públicamente para saciar de verdad al país. PUNTO