Editorial Radio Pichincha
La puesta en escena de ayer, en Pusuquí, es parte del libreto de campaña electoral que el entonces candidato y ahora Presidente sostiene para suplir la ausencia de acciones concretas, políticas públicas y programas reales y efectivos para atender lo más sensible que vive hoy todo el país: la violencia criminal, machista y estatal.
Ni todo el aparataje mediático de la mafia periodística (que ahora intenta curarse en sano) ni la retórica recurrente de echarle la culpa a otros, al correísmo, al indigenismo, a las feministas, podrán suplir la realidad, las estadísticas, las cifras, las lágrimas, los dolores, los desaparecidos, los asesinados, los secuestrados y todas las víctimas.
Las muertes violentas de este año, al corte del 25 de septiembre, son ya 3.174. SÍ, ASÍ COMO LO ESCUCHAN: 3.174. CASI MIL MÁS QUE EL AÑO PASADO, QUE TODO EL AÑO PASADO. Y es tres veces más de lo que fue el año 2017.
¿Cómo se hace para maquillar esas cifras? ¿Hasta cuándo la fraseología populista, neofascita y misógina se instala como el escudo político?
No señores marketineros, así no se trata el dolor humano, la tragedia familiar, de cualquier persona o víctimas. La respuesta no es derrumbar edificios o cerrarlos de MANERA SIMBÓLICA. Si fuese así, por tanto obtuso, habría que cerrar o demoler Carondelet o todos los cuarteles o las cárceles del país. Si la Presidencia no funciona, ¿a quién se le ocurre que podría demolerse el Palacio de Carondelet?
Los edificios no tienen la culpa señores marketineros. ¿Quién le dijo al Presidente Lasso que se puede construir un edificio con sentido de género? ¿Cuál sería la diferencia con el de la escuela superior de Policía en Pusuquí?
Desde la nefasta presidencia de Lenín Moreno hemos llegado a la conclusión que ministros y principales autoridades reciben un sueldo para destruirlo todo. Gerentes de los medios públicos con altos sueldos para acabar con un servicio público de información. Gerentes de empresas públicas y entidades financieras con suculentos salarios y viáticos para deshuesarlas para que lucren los negocios privados.
Si en la campaña electoral les dio resultado ese maquillaje para un candidato que se ha develado como pocas luces para gobernar, hoy ya no es un gasto y un costo que va a la cuenta de las chequeras que financiaron ese maquillaje sino que ahora lo estamos pagando todos los ciudadanos y ciudadanas.
Por favor, se requiere de políticas, no de politiqueros. Se necesita de ministros no de gendarmes ni de empleados al servicio de un gerente. Es más, no necesitamos un gerente sino un Presidente. LA DIFERENCIA ES ENORME ENTRE GERENTE Y PRESIDENTE.