Pandillas como los Choneros, Los Lobos, Chone Killers y otros, buscaron en los carteles mexicanos alianzas financieras para sacar provecho al puerto de Guayaquil, agregó el periodista
Oscar Balmen, periodista mexicano especializado en temas de crimen organizado, enfatizó que las organizaciones criminales florecen en un Estado cómplice que les delega la gobernanza por dos razones: porque le resulta más fácil o le conviene económicamente.
“Y esto tiene sentido cuando vemos lo que pasó en Ecuador. La génesis del problema de seguridad no estuvo en las calles, sino dentro de una instalación de gobierno de máxima seguridad como son las prisiones”, agregó.
Balmen resaltó que el crimen organizado en Ecuador es producto del propio sistema, donde los funcionarios públicos son cómplices, pues esto les permite obtener votos, conseguir financiamiento en campañas electorales y porque así podrían controlar territorio para que ninguna otra fuerza política de oposición les haga sombra.
“Las pandillas tienen uso político por eso se generan, por eso el propio estado las incentivan”, remarcó.
El problema es que las pandillas empoderadas por los servidores públicos, comienzan a crecer de manera desordenada y se convierten en un Frankenstein al que no es posible domar, entonces estas organizaciones empiezan a buscar experiencias internacionales que puedan funcionar, explicó el periodista.
“Entonces pandillas como los Choneros, Los Lobos, Chone Killers y otros, buscaron en los carteles mexicanos alianzas financieras para sacar provecho al puerto de Guayaquil”, aseveró.
Oscar Balmen explicó que el acuerdo con las organizaciones mexicanas no solo es por un intercambio de dinero, sino de adquisición de franquicia para cooptar el Estado, de ahí que se tomaron las cárceles y se hicieron de una base social, aprovechando que Ecuador ha vivido años convulsos políticamente y debilidad institucional.
“Copiaron el modelo del cartel de los Zetas, elaborando videos y hacer pedagogía del terror. El de Sinaloa donde adquirieron conocimiento para cooptar el Estado y Jalisco Nueva Generación con negocios sucios que permiten trasiego de armas, de migrantes indocumentados y uso de tecnología para hacer ataques contra policía o sociedad civil”, detalló.
Para Balmen, los alumnos más avanzados de esta escuela de horror que se originó en México, son las organizaciones ecuatorianas, cosa que pone a prueba al país porque hace siete años no tenía esa violencia y por ello no sabe cómo lidiar con este tipo de ataques que se asemejan a los terroristas.
Pese a ello, el periodista indicó que la solución no es la militarización de las calles, porque aquello más bien apila un problema de violación a Derechos Humanos ya que viene una mayor violencia sexual para mujeres y niñas, detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales para jóvenes y desplazamientos forzados para personas de la tercera edad.
“Ocurre porque los militares tienen sus propios fueros, tribunales, o se les da licencia para ejercer abuso contra los DDHH sin que suponga castigo”, puntualizó.
Y es que Balmen destacó que en una sociedad racista como la mexicana y ecuatoriana, el problema es que se racializa el delito.