Punto Noticias.- Las organizaciones sociales y de derechos humanos exigen la inmediata intervención del gobierno nacional, para precautelar la seguridad y sobrevivencia de los trabajadores de la empresa Furukawa Plantaciones.
A criterio de Elsie Monge, de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (Cedhu), no es suficiente la clausura por 60 días y la multa a esta transnacional, porque no se trata de una violación laboral sino de delitos penales tipificados en el Código Integral Pena (COIP), como trabajo esclavo y trata de personas.
Considera que Furukawa debe ser clausurada de manera definitiva y prohibida de operar en nuestro país; además, el Estado tiene que proceder con la reparación integral a los trabajadores esclavizados y la indemnización laboral, a la que tienen derecho, por haber trabajado durante años en las peores condiciones, con sueldos bajísimos y sin recibir ningún beneficio de ley.
Los representantes de la empresa, dedicada a la producción y exportación de fibra de abacá, han amenazado a Walter Sánchez, dirigente que se atrevió a denunciar la explotación laboral, a quien acusan de agitador y de solicitar cuatro millones de dólares para dejar en paz a Furukawa. Sánchez lo niega.
La señora Dencita Guerrero dice trabajar en Furukawa por 20 años y ratifica las condiciones inhumanas en las que los alrededor de 400 trabajadores realizaban sus labores, sin los servicios más básicos. Denuncia que ante la muerte de su esposo, quien también trabajaba en la empresa, sus representantes nunca le prestaron ninguna ayuda.
Las precarias condiciones de trabajo, la distancia de la empresa al pueblo más cercano y la falta de cumplimiento de sus responsabilidades con sus trabajadores, como la atención médica, han provocado que muchos mueran dentro de los campamentos, por las heridas con las maquinarias, por enfermedades; incluso, han fallecido niños en el vientre de sus madres, como denunció José Vásquez, trabajador.
Los trabajadores denuncian que, ante la clausura y el retiro de las maquinarias, están parados y no reciben sus pagos, porque no producen. Esto ha provocado que no tengan dinero para comprar los alimentos para ellos y sus familias.
Aprovechándose de ello y pese a la clausura de Furukawa, la tenienta política de Luz de América les amenazó que si no vuelven a trabajar no tendrán para comer y se irán con las manos vacías.