Cherres había rentado el inmueble donde lo encontraron, hasta el 30 de marzo, un día antes de que lo asesinaran.
Rubén Cherres, quien tenía orden de captura desde el 21 de enero de 2023 por su relación con el caso Gran Padrino, habría alquilado la vivienda en donde fue asesinado desde principios de enero de este año. No se conoce por qué siguió en el lugar, a pesar de que el contrato finalizó el 30 de marzo y pese a que ya se había retirado de la vivienda.
Las pistas obtenidas por la Policía detallan que Juan Antonio Ángel Perero, guardián de la residencia, se encontraba en Libertador Bolívar, al norte de Santa Elena, la tarde del 30 de marzo debido a que ya no tenía inquilinos en el inmueble de Santa Elena.
Ángel Perero habría recibido una llamada, a través de la que se le indicaba que los inquilinos habían decidido regresar a la vivienda, por lo que se trasladó de nuevo a Punta Sal.
Ya en el lugar, a las 20h00 su esposa lo habría llamado por teléfono. Ángel Perero le indicó que estaba esperando la llegada de los señores. Casi tres horas después, a las 23:00, ella le habría llamado nuevamente sin obtener respuesta.
Este período de tiempo coincide con las versiones de los moradores de la zona, quienes indicaron haber escuchado varios disparos por la madrugada. Los investigadores deducen que en ese tiempo se habría producido el crimen.
Uno de los datos, conocidos por los investigadores del caso y revelados en el medio digital La Posta, es que César Eduardo Amador Sotomayor, amigo de Cherres, se habría acercado esa noche hasta la vivienda para llevarle comida. El dato se conoce por la esposa de Amador, quien no lo acompañó por haberse sentido indispuesta.
Las hipótesis de los investigadores apuntan a que Cherres habría sido el último en morir, después de que fueran torturadas y asesinadas las personas que lo acompañaban.
El ministro del Interior, Juan Zapata, dijo que “se nota que hubo tortura”, por lo que hay varias hipótesis que se deben investigar.
Daniel Pontón, decano de la Escuela de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales, explica que los signos de tortura son esclarecedores porque no solo se trata de eliminar a alguien por un supuesto papel que tiene en una estructura criminal, sino que eliminándolos se “callan voces”.
“Los signos de tortura demuestran odio y alguna animadversión muy profunda, a lo que se suma que hay varias personas muertas, es decir, no dejaron testigos. Lo que deberíamos preguntarnos es ¿quién odiaba tanto a Rubén Cherres?”, indicó el experto.
Pontón indica que, ante esta forma de asesinar, propia del narcotráfico y considerando la relación tan larga que tenía Cherres con este campo delictivo, se debería investigar qué sabía él, qué información tenía y a quién le convenía saberla, o si simplemente nunca se llegue a conocer.
Y en este escenario es inevitable relacionar lo sucedido con el papel que jugaba Cherres como uno de los principales testigos en la trama de corrupción que involucra al cuñado del presidente Lasso y al gobierno en general.
“Es sospechoso y muy complicado establecer una hipótesis pronta sobre esto… Lo que podríamos analizar por el momento es la respuesta que recibimos del Gobierno, y es una respuesta en la que ha primado el silencio absoluto”, indicó Pontón.
Algo que según el experto también despierta muchas dudas es que Cherres haya estado en Santa Elena, incluso dando paseos en la playa, cuando supuestamente por la misma orden del Presidente tenía a toda la seguridad del país detrás de él.
“Es claro que, si Cherres estaba tranquilo en la playa, tenía la protección de alguien ahí”, subrayó.
Cherres y las víctimas colaterales
El cadáver de Rubén David Cherres Faggioni, de 64 años, fue encontrado el pasado viernes 31 de marzo de 2023 en una vivienda al filo del mar de la exclusiva zona de Punta Sal, ubicada en Santa Elena.
Junto al cuerpo sin vida de Cherres se encontraron dos cuerpos más en la sala de la vivienda. Las víctimas fueron identificadas como César Eduardo Amador Sotomayor, de 67 años, quien habría sido amigo cercano de Cherres y Josselyn Katiuska Rivadeneira Luzardo, de 30 años, quien era la actual pareja de Cherres.
En redes sociales se difundieron vídeos extraídos de la cuenta de Tik Tok de la joven en donde vestía la misma ropa con la que aparece en las fotografías filtradas del asesinato. Sin embargo, la cuenta fue inhabilitada pocas horas después de que fuese identificada.
https://twitter.com/leylacastagneto/status/1642009024513048578?s=20
En otra pequeña habitación del inmueble se encontró el cuerpo de Juan Antonio Ángel Perero, quien, según la información recabada por la Policía, trabajaba como guardia en la vivienda desde hace más de una década.
Todos los cuerpos presentaban signos de tortura, se encontraron maniatados y con impactos de bala calibre nueve milímetros. En el caso del guardia de seguridad se registraron dos impactos de bala, el resto de cuerpos tenían más de cinco tiros cada uno.
En una entrevista con FM Mundo, Juan Zapata, ministro del Interior, informó que Cherres había arrendado la vivienda donde ocurrió el crimen desde enero de 2023 y estuvo ahí hasta marzo.
Además, dijo que por la condición de los cadáveres se presume que el asesinato ocurrió unas 23 horas antes de su hallazgo.
Es decir, el jueves 30 de marzo, mismo día en que vencía su contrato de arrendamiento del inmueble.