Editorial de Radio Pichincha
Formalmente el presidente de este país acosado por la incertidumbre y la decepción es el banquero Guillermo Lasso. Parece ser el mismo que firma los decretos. Quizá sea quien ordena a un tal Aparicio intervenir en otras funciones del Estado o quien pide a ciertos asambleístas aceptarle ofrecimientos a cambio de votos.
Pero no, todo indica que no es él. No ha dado muestras de actuar como Presidente de la República del Ecuador. Ese tal Aparicio parecería ser el actor principal de ciertas maléficas acciones políticas. Incluso hay alguien que es bastante limitado intelectualmente, pero ahora funge de Secretario de Seguridad y por lo visto con cierto poder sobre quien ganó las elecciones presidenciales el año pasado. Pero ninguno de los dos podría ser quien gobierna este país, no porque sean buenos o eficientes, sino porque han demostrado pocas luces para, incluso, poner en práctica el programa de Gobierno presentado por CREO en el CNE.
Más de uno ha dicho que es la Primera Dama quien tiene la última palabra o la primera cuando se trata de asuntos trascendentales. Pero siempre quedará la duda. ¿Es posible que ella sea capaz, por ejemplo, de pensar o decidir si se hace o no una Consulta Popular? Mejor dejarlo así. No va por ahí el asunto.
En realidad, todo indica que cierta embajada (con su embajador y asesores y espías) es quien toma decisiones, sugiere e impone ministros, por confesión del policía Carrillo, determina cuándo se reúne el Consejo de Seguridad, establece los acuerdos con el FMI y fija qué monto de la reserva monetaria va a parar a Ginebra y cuánto de ella se destina al pago de la deuda externa.
Siempre quedará la duda, porque esa embajada casi nunca deja evidencias, más después de las revelaciones de Wikileaks. Ahora se hacen todos los vericuetos para no ponerse en evidencia. Como aquella leyenda negra u oscura que señalaba la existencia de una oficina, le decían LA OFICINA, en los tiempos del nefasto Lenín Moreno. Dicen las buenas y malas lenguas que quedaba en el mismo piso del despacho presidencial en Carondelet. Por ahí pasaban grandes decisiones y los asesores no llevaban los decretos sin la sumilla del número uno de LA OFICINA.
¿Habrá cambiado algo con el actual mandatario?
Pues la visita de la generala número uno del Comando Sur parecería que confirma quién realmente gobierna Ecuador. Incluso, aquello de darle autonomía a la Fiscalía parecería que es una necesidad de esa embajada y no precisamente una iniciativa de esos asesores que ganan sueldo por hacer trámites y no por pensar o leer la Constitución.
No hay nada que pueda contradecir estas palabras. Pero tampoco hay pruebas ni evidencias contundentes. Así son las cosas de los tiempos imperialistas. Pero tampoco hay dudas. Hoy por hoy es mejor seguir creyendo que a quien pagamos el sueldo gobierna, lo contrario sería apuñalar a la historia y a la vida democrática. Sigámonos engañando, así como se engañaron quienes votaron por quien no gobierna realmente. No nos queda más. Son tiempos extraños y espesos. Y si seguimos así, que el devenir nos castigue, caso contrario, que la Patria nos demande por imbéciles y por sumisos y masoquistas.
Gracias, este editorial, que es un panfleto, es de responsabilidad absoluta del autor de 18 Días. Queda dicho y se asumen las consecuencias, vengan de donde vengan.