Una veintena de ciudades del Brasil han sido escenario ayer de movilizaciones y actos en contra de la reforma previsional que el presidente interino Michel Temer busca aprobar en el Congreso.
Los principales sindicatos, movimientos sociales y algunos partidos políticos han conformado paros de diferente magnitud para rechazar el robo a las jubilaciones de los brasileños y brasileñas que quiere llevar adelante el gobierno neoliberal de Temer.
Un alto acatamiento tuvo el paro bancario en San Pablo, con el agregado del paro de los trabajadores del Instituto Nacional de Servicios Sociales (INSS), el ente que administra las jubilaciones y pensiones.
También fueron cortadas las principales rutas en Minas Gerais, Bahía, Ceará y Paraná.
La Intervención federal militar del Estado de Rio de Janeiro complica el tratamiento en el recinto legislativo de la reforma, ya que esta no puede aprobarse con un Estado intervenido.
El acatamiento de la medida de fuerza fue alto, donde se destacaron los paros del transporte público, el ya mencionado de los bancos y los metalúrgicos de la industria automotriz. Además pararon los docentes y sectores como los trabajadores químicos y petroleros.
El gobierno amenazó con suspender momentáneamente la intervención de Rio para efectuar la votación en el Congreso y luego volver a hacerla efectiva. Una maniobra de difícil realización, pero cosas más disparatadas se han visto en el peor Congreso de los Diputados de la historia democrática brasileña.