Desde que la Prefectura ofrece este servicio para víctimas de violencia, en marzo del 2020, hasta el 28 de febrero de 2023 han atendido a más de 4 000 mujeres.
A Warmi Pichincha llegan mujeres, de más de 50 años, con el síndrome de la mujer maltratada: autoestima baja, síntomas asociados al estrés postraumático, es decir desesperanza, miedo o irritabilidad. También sufriendo porque dependen económicamente de sus parejas, que en algunos casos las golpean y en otros les han sido infieles sistemáticamente; y que las chantajean emocionalmente.
La psicóloga Paola Guevara cuenta que buena parte de las mujeres no reconoce las señales de la violencia. Se enteran del servicio de psicología, que ofrecen en Warmi Pichincha, para mujeres, niños y adolescentes y personas Lgbtiq, que han enfrentado la violencia, en ferias de salud de la Prefectura.
Las mujeres le cuentan que sus parejas las ridiculizan, las minimizan y anulan. «Incluso ahora las llaman ‘tóxicas’. Y esa también es una forma de desconocer lo que han vivido y de responsabilizarlas por todo, sin asumir sus errores», reflexiona Paola Guevara, una de las psicólogas del Centro Warmi Pichincha, que funciona en la 10 de Agosto y Arenas, en el centro norte de Quito (edificio Prefectura).
Desde marzo del 2020 hasta el 28 de febrero del 2023, en las consultas de psicología que ofrece la Prefectura de Pichincha se ha atendido a 4 153 víctimas de violencia. Y en 352 ferias itinerantes han servido a 19 684 usuarias, en el mismo período de tiempo. Las interesadas pueden acudir de 08:00 a 16:30, para tomar una cita.
Primero los recibe un trabajador social. También pueden solicitar una cita psicológica a través del 166, que responde las 24 horas del día, incluso en feriados.
Andrés Sotomayor, otro de los psicólogos, señala que cada sesión dura entre 45 y 60 minutos. Algunas usuarias han tenido terapias durante más de un año, otras meses. Procuran que las citas sean una vez cada semana o al menos cada 15 días.
Cuando tratan a víctimas de abusos sexuales y violaciones menores de edad, en Warmi Pichincha no las dejan hasta que concluyan los procesos legales. En las audiencias -anota Andrés Sotomayor- las mujeres suelen recordar otra vez lo vivido, por lo que necesitan acompañamiento.
Para el psicólogo, el castigo físico de padres a hijos contribuye a normalizar la violencia. Se cree que es una forma de corregir y establecer límites. Por eso, algunas mujeres se convencen de que es normal que el esposo o la pareja les pegue porque el padre también lo hacía.
Andrés Sotomayor comenta que las mujeres que han sufrido las infidelidades de sus parejas tienen problemas de autoestima y autoconcepto, se sienten desvalorizadas y denigradas. Los hombres les hacen creer que casi tienen el derecho o la autorización de engañarlas con otras mujeres. «‘Tú me molestas, me fastidias, no contestas el teléfono a tiempo’, les dicen y así ponen la responsabilidad de las agresiones en las víctimas».
En cuanto a las mujeres de más de 50 años, Paola Guevara señala que su situación es compleja, ya que han encarado violencia de forma sistemática y estructural. No han trabajado por años, durante matrimonios de 20 o más años. Así que no cuentan con recursos económicos para tomar la decisión de alejarse del maltratador.
A los 60 ó 65 años pueden reconocer la violencia que han vivido y la urgencia de dejar esa relación. Pero, apunta Paola, no saben cómo sostenerse. «Ellas me dicen no es normal que me pegue y que me sea infiel en repetidas ocasiones», comenta Paola. Pero su situación no se resuelve únicamente en un proceso terapéutico, necesitan redes de apoyo.
A estas mujeres les enseñan técnicas de relajación, que les hacen sentir en un espacio seguro. También las guían para que reconozcan cómo se sienten y puedan gestionar sus emociones, ya que si no logran autorregularse podrían ejercer violencia contra ellas mismas o hacia sus seres queridos.
La psicóloga Guevara también recuerda que hay mujeres que preguntan si pueden ayudar a cambiar a sus pareja. A una chica, de 22 años, la trajo su padre, pues había sufrido violencia física de parte de su pareja. Le hablaron del ciclo de la violencia, para que reconozca las etapas. Ella había dejado la universidad y el trabajo para estar con él.
Luego de un año, la chica regresó a Warmi Pichincha. A la psicóloga le contó que le revisaba el celular, le pegó en el estómago y cada vez los maltratos eran más frecuentes. «Vine porque reconocí que luego vino la etapa luna de miel, con aparente calma», le dijo la chica.
No se olvide, hay siete Warmi Pichincha:
- Plaza de La República (10 de Agosto y Arenas)
- Calderón
- Solanda
- Conocoto
- Alangasí
- San Miguel de Los Bancos
- Mejía
- También puede obtener una cita en psicología llamando al 166.