Este 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer, compartimos la historia de Celine, de 24 años. Ella está detrás de la puesta al aire de la programación y la música de las radios de la Casa de la Cultura.
Celine Almeida -se podría decir- trabaja detrás del telón. Ella, con 24 años (cumplirá 25 en mayo), siente el poder de su labor como técnica operadora de las radios de la Casa de la Cultura. No es conductora, pero sin ella y sus colegas no se escucharía la música ni la programación de FM y AM. Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, defiende este espacio, que tradicionalmente es ocupado por hombres.
“Yo sé que no está visibilizada, pero la parte técnica es muy importante. Sin eso la programación no podría salir al aire”, afirma Celine Almeida. Sin técnicos -comenta- luego de un apagón, nadie podría prender la radio. Les ha ocurrido que, aunque en ocasiones logran encenderla de forma remota, otra veces los buscan, incluso en fines de semana y fuera de horarios de trabajo porque algo pasó y los necesitan de urgencia.
En las radios de la Casa de la Cultura, en AM y FM, hay una sola mujer de tres técnicos, con título de tecnólogos. Los técnicos son Vicente Moya, con quien Celine trabaja en la FM, y Diego Salazar, en la AM.
También están Laura, Julieta y Karina, que aprendieron sobre el manejo de los controles, además de cumplir con sus funciones como periodistas y encargadas de redes, respectivamente. Ellas son parte del equipo de mujeres que mueve a la radio. Otra de ellas es Cecilia, a cargo del cuidado de las antenas. Los productores, cuenta Celine, no conocen mucho del manejo de controles, tampoco del Jazler, software de automatización para radio.
El lunes 4 de marzo, durante la entrevista, Celine Almeida contó que en la Radio de la Casa de la Cultura tienen alrededor de 60 programas en las dos frecuencias: musicales, de mujeres, de niños, de pueblos y nacionalidades, movimientos sociales y más, entre las 10:00 y 22:00.
Como en otro mundo pareciera estar Celine, frente al tablero de controles y a tres computadoras, para la FM; dos más para el sistema de TV, para grabar programas y para la plataforma que les permite emitir la señal de la radio por su página web y la aplicación.
En el espacio que ocupa Celine, frente a los conductores de los programas, también se ubican dos computadoras conocidas como máster dos de apoyo y máster uno, que usan para que rote la programación durante las noches y fines de semana. Se valen del Jazler, una especie de play list, para programar.
Con un gesto de seriedad en su rostro, más los audífonos que completan el semblante de fuga mental, Celine trabaja. Está pendiente de los detalles. Evita que los conductores le sorprendan despistada o ‘en bajada’. Los escucha todo el tiempo; solo con mirarlos, muchas veces, sabe lo que le piden. Busca conectarse a los conductores, para en la hora de programa, usar todos los recursos.
Su novio, en tono bromista, le suele decir: ‘Celine, tú eres la reina de los controles’. En cambio su mamá, Catalina Vásquez, seguido le aconseja que busque más visibilidad con espacios en programas y que no se limite. Pero ella está fascinada con la posibilidad de manejar la radio, desde los controles como mujer técnica operadora. Sin embargo está abierta a moverse en más áreas. Esta administración de la Casa de la Cultura, dice, abrió más espacios para las mujeres, incluso en puestos administrativos.
En la Casa de la Cultura, Celine también es una especie de influencer, protagoniza videos; en coordinación con el área de Comunicación, y ayuda en eventos. Además, desde la adolescencia, participa en producciones como modelo e incluso en algo de actuación. Cada vez que puede ofrece clases de locución.
Como ocurre con otras mujeres, no ha sido fácil para Celine ganarse ese espacio en la radio. Cuando llegó varios la apoyaron, otros no le veían mucho futuro a una jovencita, a una ‘niña’, como alguna vez le dijeron. Ella, desde que era pasante, buscó ganarse un lugar. Vive con su madre Catalina, quien trabaja durísimo en servicios exequiales, y con su gato Queso. Necesita el trabajo.
Al igual que a otros compañeros que, como ella, reciben su pago mensual por servicios profesionales (con factura y sin afiliación al IESS), en estos últimos meses ha sufrido mucho. El 29 de febrero recibió el pago de enero y así es complicado pensar en independizarse. No hay muchas opciones en su profesión, solo buscan contratarla por un par de días u horas. Con todas las dificultades siente que la Casa de la Cultura es un buen lugar para seguir creciendo.
En dos momentos de la entrevista, Celine Almeida lloró al recordar el camino que ha recorrido, incluso al inicio de sus estudios. No consiguió cupo para estudiar Comunicación en la universidad y se inscribió en un instituto Superior Tecnológico de Radio y Televisión.
“Es complicado”, contó sollozando, porque en el puesto de técnico de radio en general se ve a hombres. Le ha pasado que entrevistados de los diferentes programas la miran y le dicen: “Oye, yo nunca he visto a una mujer en la cabina de operación de equipos. Se asombran e incluso me felicitan. Las mujeres también podemos hacer esto. Me enamoré de esto, lo amo y me gusta mucho trabajar detrás del funcionamiento de los programas”.
Por su trabajo, Celine pasa alrededor de ocho horas diarias con los audífonos puestos. Por eso disfruta del silencio. A veces, confiesa, se siente ‘abombada’ con el ruido. Así que su novio, músico especializado en metal pesado, trata de ofrecerle tapones cuando la lleva a conciertos. Ella analiza cada sonido; sin querer incluso trata de enseñar a vocalizar a sus amigos y familiares.
La técnica de radio, Celine Almeida, reitera que ellos merecen más crédito, aunque no sean visibles en los programas. Entre las anécdotas que colecciona en cinco años en la Radio de la Casa de la Cultura consta una de sus primeros días, cuando sin querer pateó el regulador de energía, lo que les dejó fuera del aire. Quiso morirse, pero Vicente Moya la tranquilizó, le dijo que a él también le pasó alguna vez. También su jefe, Marcelo Negrete, coordinador de las dos frecuencias de radio, la anima a seguir creciendo.
Celine no quiere dejar de aprender; cuando era pasante consiguió dejar la FM e incorporarse a la AM porque no soportaba pasarse horas apretando dos botones. Ella va abriendo otros terrenos para las mujeres.