El Operativo Tesoro Perdido que llevaba adelante la policía federal brasileña descubrió en una supuesta “cueva” de uno de los hombres de confianza del presidente Michel Temer, Guedel Vieira Lima, nueve bolsos y siete cajas de cartón repletas de dinero.
Rodeado de un escándalo, en noviembre del año pasado Vieira Lima fue uno de los tantos ministros del gobierno de Temer que debió renunciar y en junio pasó fugazmente por la prisión por presionar a un miembro de la red corrupta que iba a declarar ante el ministerio Público Fiscal.
El arrepentido en cuestión, que sigue dispuesto a revelar cómo funciona la banda, es Lucio Funaro. Ayer el Supremo Tribunal Federal aceptó su confesión, que ahora puede alimentar una acusación contra Temer.
Vieira Lima y Funaro trabajan con Temer desde la década del 90, cuando eran auxiliares del gobierno ultraliberal de Fernando Henrique Cardoso y son parte imprescindible en la trama de organización del golpe parlamentario contra Dilma Rousseff, probablemente pagando sobornos para persuadir a legisladores de otros partidos para acompañar el juicio político.
El plan y el financiamiento de la caída de la presidenta fue conducido por otro miembro del mismo partido, el PMDB, Eduardo Cunha, el ex jefe de la Cámara Baja que fue condenado y preso por cobrar sobornos millonarios e ingresarlos en bancos suizos.
Las imágenes permanentes de miembros del gobierno de Temer con bolsos llenos de dinero, pidiendo o recibiendo sobornos, que estén varios en prisión domiciliaria y casi todos impedidos de ocupar cargos públicos, una vez que abandonen sus funciones, han terminado por insensibilizar a los brasileños frente a estos escándalos y el gobierno pareciera haberse consolidado para poder llevar adelante el plan de ajustes, recortes y retracción de derechos.