Los violentos enfrentamientos que han ocurrido entre miembros de las comunidades budista y musulmana, llevaron al gobierno de Sri Lanka a declarar este martes el estado de emergencia para los próximos diez días. La medida busca contener la violencia, tras la declaración del toque de queda en el día de ayer, lunes.
Negocios regentados por musulmanes fueron incendiados en el centro de Kandy y la policía no lograba controlar la situación. Se detuvieron ayer 24 personas y neumáticos ardiendo cortando las calles llenaban el barrio de un humo espeso, mezclado con los gases lacrimógenos arrojados por los uniformados.
Al expandirse los disturbios, el gabinete de ministros declaró el estado de emergencia esta mañana, con los cual se refuerza el envío de agentes a la zona de Kandy.
“También se ha decidido tomar medidas severas contra las personas que están instigando la violencia a través de Facebook”, comunicó a Reuters el portavoz del gobierno, Dayasiri Jayasekara.
Este sábado en Theldeniya, un budista murió a manos de un grupo de mahometanos, lo que derivó en la ola de violencia entre quienes tienen distintas creencias religiosas.
Sri Lanka cuenta con una población de mayoría cingalesa y budista, son casi el 75 % de la población, mientras que los musulmanes alcanzan un 10 %. La rivalidad entre ambas comunidades prevalece desde hace décadas, alimentado por discursos de odio.
La llegada de refugiados rohingyás, perseguidos en Myanmar y víctimas de genocidio, no favorecen el entendimiento, ya que son señalados por los extremistas budistas, como una invasión de musulmanes.
Sri Lanka sufrió una guerra civil, avivada por la intolerancia religiosa que duró 30 años y dejó un tendal de más de cien mil asesinados. Un escenario al que no se debe volver de ninguna manera.