Editorial de Radio Pichincha
No hay un solo país que no condene y rechace la invasión a la embajada mexicana. De hacerlo, pasaría una vergüenza mayor que la que nos metió el gobierno de Daniel Noboa. Es que no hay justificación alguna. Por más que se inventen sofismas diplomáticos, como aquello de que México se inmiscuyó en nuestros asuntos internos. Eso no se lo creen ni ellos mismo.
La condena ha sido mundial. Y de esto habrá consecuencias muy graves. Ya empezaron. Por ejemplo: inversionistas extranjeros han anunciado la revisión de sus proyectos y de los planes que estaban en marcha. No hay garantía de nada. Si son capaces de meterse a una embajada, violando todos los convenios internacionales, ¿de qué más pueden ser capaces?, dicen algunos consultores.
La pregunta es: ¿Cómo van a salir de esto? ¿Cómo le van a explicar, ahora a la OEA, que con militares y policías armados “hasta los dientes” se metieron en territorio mexicano para llevarse, como trofeo, al exvicepresidente Jorge Glas, quien ya tenía un estatus de asilado político?
Podrán congraciarse con sus fanáticos odiadores, pero con el mundo no pueden argumentar lo mismo que dicen Ecuavisa, Teleamazonas o los diarios que ahora señalan a Glas como culpable de la ruptura de relaciones. Y se olvidan de que tienen al frente a México, un país con una solvencia diplomática probada por años, sin importar el presidente que haya pasado por el gobierno. Además, es la segunda economía más grande de América Latina y su condición de víctima, en este caso, tiene demasiadas evidencias y pruebas.
Parecería que desde el Presidente, pasando por la Canciller y su secretario de Comunicación, creen que actúan como lo hace la Fiscal: sin pruebas y manipulando las leyes y los códigos acusan y hasta sentencian por puro odio y revanchismo. En el campo diplomático es otra cosa. Lo saben bien, pero su odio es mayúsculo y hasta cierto punto estúpido.
Jorge Glas solicitó asilo político y México se lo concedió. NO hay más vueltas que dar. Eso aquí o en la Conchinchina es así y punto. NO van a poder demostrar que para saciar su odio se violaron todos los convenios. A los organismos internacionales no les va a importar si fue Glas o si fue un simple ciudadano que se asiló. Lo hecho por orden de Noboa es un delito monumental. PUNTO