Editorial de Radio Pichincha
Hoy, en la práctica, arranca una nueva etapa del proceso de transición tras la llamada Muerte Cruzada. Y con todo lo que esto implica, hay dos elementos en discusión que no pueden ser ajenos a nuestra realidad histórica:
1.- Don Guillermo deja un país hecho trizas, en muchos aspectos. No hay un solo elemento de la sociedad, de la gestión del Estado o de la vida política por fuera de una crisis crónica, estructural. Si algo le puede aliviar al presidente saliente es que no todo empezó con él. La fallida y desastrosa gestión de Lenín Moreno forma parte de esa crisis, originada en la también fatal consulta de febrero de 2018.
Tenemos un país inseguro, sangriento, con índices de muertes violentas como nunca se registró en la historia. Una deuda externa por encima del 60% en relación con el Producto Interno Bruto, además muy atada a los intereses de los tenedores de bonos, como los banqueros y los amigos de don Guillermo. Una pobreza aguda que da cuenta de familias enteras que viven máximo con 4 dólares diarios. Un Estado anémico, con instituciones desfinanciadas y un presupuesto poco ejecutado.
Y a pesar de ello, el aparato político y mediático de apoyo al actual gobierno sigue echando la culpa a quien dejó el poder en el 2017. ¡Siempre la culpa es de otro!
2.- Un proceso electoral bastante bien alineado alrededor de dos visiones de país, que a una semana de la primera vuelta ya deja en claro por dónde se encarrilla la derecha financiera, bancaria, agroexportadora, importadora y esos grupos políticos que llamaron a la violencia para derrotar a la otra fuerza política en disputa.
Ya se nota, por ejemplo, el derroche de dinero de uno de los finalistas. No será nada nuevo, pero también reproduce lo que hizo un candidato en cinco ocasiones y las perdió a pesar de la “inversión millonaria” en el clientelismo y el pago de favores. Si ese dinero, tal como hizo don Guillermo en el 2021, se va a recuperar en una posible presidencia del candidato finalista, entonces ya sabemos para qué se invierte tanta plata.
Pero no queda de lado una ciudadanía ajena al debate, expuesta a la publicidad y al manejo bastante populista de quienes quedaron relegados de la segunda vuelta. Con sus discursos y apoyos ya sabemos cómo se comportarán en la discusión pública.
De ahí que es importante una mejor información, mayores debates y una transparencia en lo que proponen los partidos y movimientos políticos. No se trata solo de apoyar a cambio de algo, se trata de entender al país y sus soluciones, una responsabilidad absoluta con la crisis y las vías de su salida. Ya nos engañaron una vez con los Tik Tok, con las ofertas del “sí a todo”. Sino aprendemos de ello, realmente estamos enfrascados en un torbellino sin visos de salida, por el contrario: agudizar la crisis será el único futuro por delante. PUNTO