Un coche bomba terminó con la vida de al menos 75 civiles en la provincia siria de Deir Ezzor, en el este de Siria. Hecho terrorista que habría sido cometido por el grupo Estado Islámico (EI), donde los yihadistas, atrincherados, intentan defender sus últimos feudos.
Aunque se está derrumbando el «califato» autoproclamado por el (EI) en Irak y Siria, la organización sunita radical -parapetada en una zona desértica- conserva su capacidad para golpear con sangrientos atentados, contra civiles o combatientes enemigos.
El atentado, que se registró el sábado, tuvo como objetivo una concentración de desplazados en una zona desértica controlada por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), alianza kurdo-árabe respaldada por Estados Unidos que combate a los yihadistas. «Además de los 75 muertos, entre ellos niños, hay 140 heridos», precisó este domingo a la AFP Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una oenegé que dispone de una amplia red de fuentes de información en este país en guerra.