Editorial de Radio Pichincha
El señor Hernán Ulloa se mimetiza con los Aparicios, los Ordóñez, los fieles mandaderos del Primer Mandatario. Con insolencia, soberbia y algo de ridiculez ha salido a los medios a defender un cargo del cual no puede preciarse de su legitimidad.
El destronado del cargo ilegítimo, con una verborrea propia de quienes se disfrazan de tolerantes, pero a la primera sacan las uñas sucias, ha dicho que ahora le van a ver en su terreno. O sea, en el de la justicia, de los jueces y juzgados donde tiene a sus amigos y a aquellos que con una llamada desde la Plaza Grande firman lo que sea.
El Consejo de Participación sigue siendo el blanco de los poderes fácticos de este país. Quieren desaparecerlo, pero cuando lo necesitan lo usan del modo más morboso. La doble moral con la que hablan a la sociedad hace de los Ulloa y sus acólitos un retrato de lo peor que nos pudo haber llegado al poder público. A ese consejo lo quieren eliminar, por todos los medios posibles. Incluso, llegan a mentir sobre la verdadera naturaleza de su origen constitucional. Y, siendo así, cualquier ciudadano esperaría que lo dejen morir por inanición, pero NO.
Se nota que quieren usarlo para nombrar Contralor, Procurador, Consejo de la Judicatura y todo lo demás imponiendo a sus amigos y acólitos. Ya lo hicieron con el Superintendente de Bancos y ya sabemos que ese cargo permanece en el limbo. Tal cual lo revelaron los audios de Aparicio Caicedo, el gobierno controlaba a ese consejo con Ulloa como mandadero. Y ahora que la Asamblea, con 85 votos destituye a cuatro consejeros, no les gusta. Ellos sí destituyeron a la presidenta del Consejo de Participación con 4 votos y dijeron que era legítimo. NO SE ENTIENDE.
Queda claro que el mal llamado Gobierno del encuentro solo tiene intenciones de un autoritarismo craso y raso. Han quedado atrás aquellas frases vaciadas de sentido y contenido de que respetaban la independencia de funciones. Ya sabemos que eran tiempos de campaña electoral y se decía cualquier cosa. En el poder revelan su condición totalitaria. Y, por si fuera poco, para favorecer ciertos negocios y tapar sus tropelías en el Estado.
Este nuevo capítulo de desinstitucionalización no acaba. Ya veremos al Primer Mandatario imponer sus diatribas a través de la mafia mediática. Por suerte, la credibilidad les queda corta, demasiado estrecha ya.
Lo lamentable de todo esto es que nos tienen ocupados en estos líos, en las broncas y disparates de Villavicencio y, en medio de un mundial de fútbol, quedan de lado los problemas de fondo, que siguen siendo la inseguridad, la pobreza, la emigración y la violencia intrafamiliar.
¿Hasta cuándo estaremos así? Parece que solo así pueden dejar pasar el tiempo para consagrar un régimen a favor de la banca, no del país. PUNTO.