La custodia de la Policía era ridícula, solo pasaban viendo su celular, no estaban pendientes, no había control, agregó.
María de los Ángeles Duarte, exministra de Transporte y Obras Públicas, relató que durante la posesión de Pedro Castillo a la Presidencia de Perú, en julio de 2021, los mandatarios de Ecuador y Argentina, hablaron de su caso y respecto al pedido de asilo político. Para entonces ella y su hijo ya se encontraban en la embajada.
Duarte permaneció asilada en la embajada de Argentina en Quito, desde agosto de 2020 hasta el 10 de marzo del 2023. La exministra fue condenada a ocho años de prisión por cohecho dentro del caso Sobornos 2012-2016.
María de los Ángeles Duarte contó que ella tuvo acceso a detalles de la entrevista entre ambos presidentes. Por ello, sostuvo en entrevista con Telesur, que conoció que Guillermo Lasso habría reconocido ante su homólogo, Alberto Fernández, que el proceso contra ella correspondía a una persecución y que por tanto iba a buscar la forma de dejarla salir. Por eso lo instó a no concederle el asilo político, aduciendo que no era necesario.
“Él (Lasso) dijo que no iba a perseguir a nadie y que dejaría que la justicia siga su rumbo (…) dijo que me iba a dejar salir de otra forma”.
Además Duarte indicó que al tratarse de la palabra de un Presidente de la República, el mandatario argentino le creyó y pensó que la justicia iría por su camino regular. Más aún cuando existieron otras conversaciones con Lasso, en las que éste le insistía en que solucionaría el tema y que no le conceda asilo.
Posteriormente Lasso habría hablado de un indulto, lo que implicaba que Duarte esté en prisión y ese no era su caso. En ese momento, comentó, cayó en cuenta de que era un engaño, «a lo que se sumó el cero valor que, para entonces, tenía la palabra de Lasso».
De ahí que Fernández otorgó el asilo en la embajada y pidió su salida de Ecuador, bajo el Convenio de Caracas, en el que se apunta que si el asilante es definido como perseguido, el país donde se encuentra debe otorgar el salvoconducto.
“Lo que correspondía a Ecuador era dar salvoconducto. En vista que Ecuador se negó, no me quedó otra alternativa que abandonar la embajada y buscar la salida”.
Salida de la embajada
Duarte detalló que al principio, durante su estadía en la residencia diplomática de Argentina en Ecuador, no había embajador, por lo podía estar en todo la edificación. Subrayó que si bien no era una cárcel, sí se convirtió en una jaula de oro.
“Teníamos jardines. Podíamos recibir visitas, pero no podíamos salir, estuve dos años y seis meses. Durante los dos años de pandemia, mi niño no recibía clases presenciales y fue traumático para él. El espacio es lindo, pero no tenía libertad. Me trataron bien, me brindaron alimentación, cobijo y protección, pero era privada de libertad junto con mi hijo, era injusto e insostenible”.
Asimismo Duarte mencionó que el Gobierno de Argentina pidió medidas cautelares en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para que se le entregue el salvoconducto, pero el trámite no avanzó porque una de las personas que debía dar paso era de derecha y alargó el proceso.
“El riesgo era brutal, había vigilancia. En la frontera podía ocurrir que me identificaran y me detuvieran y quería evitarle a mi hijo ver a su madre encarcelada, pero ya no podía esperar más, toqué fondo”.
Duarte explicó que su salida de la diplomacia ocurrió un viernes. Lo planeó así porque el fin de semana no había empleados en la embajada, por ello asume que el exembajador argentino, Gabriel Fucks, debió ser alertado un lunes, cuando los trabajadores del lugar no la encontraron.
“Me apenó la reacción ridícula del excanciller Juan Carlos Holguín de culpar al Gobierno de Argentina cuando yo salí por mis propios medios, el embajador ni siquiera sabía cómo iba a salir”.
Aclaró que recibió ayuda externa y no de Argentina pues quiso mantenerlos al margen para que no hubiera un conflicto diplomático.
En entrevista con En Clave Política de Telesur, mencionó que en la embajada no registran vehículos ni se fijan en quién entra o sale. Es una residencia, en donde hay eventos del embajador, por tanto no se revisa a sus visitantes y de otro lado, la Policía que custodiaba la entrada tampoco revisaba los carros.
“La custodia de la Policía era ridícula, solo pasaban viendo su celular, no estaban pendientes, no había control”
Para Duarte la salida de Ecuador no fue complicada porque tampoco hubo control en las fronteras y sobre su llegada a Venezuela puntualizó que fue su elección por temas logísticos. No podía tomar un avión comercial.
Recordó que el día, cuando se conoció de su salida de Ecuador, coincidió con la develación de audios de la excomandante General, Tannya Varela, junto con otros generales de la Policía sobre el caso León de Troya. Por ello, el régimen aprovechó y lanzó una cortina de humo, usando su salida para armar escándalo y romper la relación con un país hermano.
En esa línea, Duarte insistió en que su decisión de escapar de Ecuador fue porque en medio del juicio político, el mandatario ecuatoriano pudo sentirse acorralado y tomarla como rehén.
“Era la única rehén que quedaba, el resto tenía su prelibertad, otros miembros de la Revolución Ciudadana habían sido perseguidos y encarcelados. Solo yo era la rehén política, si no me movía, luego sería mucho más complicado”.