La familia Chávez continúa el legado de César compartiendo sus libros con amigos cercanos.
Punto Noticias.- “Estoy bajo la luz que busqué toda mi vida. Es hermosa, transparente, viva. Recuerdo cómo atravesé caminos dolorosos y resquebrajados, lugares barridos por la sombra, sitios despojados de esperanza. Cuando mi cuerpo se resistía a seguir, vi la luz”, se lee en el libro ‘Herir la perfección’, de César Chávez.
A un año de su fallecimiento, el autor sigue siendo recordado por lectores y amigos. Tras publicar -también- los libros ‘Tres cuentos’ y ‘Othello Hostel’, la obra de César camina en el tiempo debido a la sutileza de su lenguaje, su precisión y estilo literario.
Ruth Chávez, hermana de César, señala que él a lo largo de su vida edificó una biblioteca de 2 580 libros, que son cuidados por su familia. “Para nuestros padres es muy difícil deshacerse de sus libros, porque en cada uno de ellos está la presencia de César”.
La familia de César hoy presta sus libros a sus amigos íntimos. Ellos se los llevan y, cuando los terminan de leer, los devuelven. “Es el legado de César. Él lo hubiese querido, porque lo hacía. En la biblioteca Benjamín Carrión él prestaba los libros de una manera desinteresada. Y nosotros estamos haciendo eso ahora”.
Legado
Para la poeta Marialuz Albuja, la obra de César Chávez revela una imagen que fluctúa entre poética y cruel, inolvidable en el imaginario de la literatura ecuatoriana. “Nos dejó su obra y la pasión por la lectura, su aguda inteligencia para desentrañar un texto y para crear desde lo que él llamaba la necesidad, la autenticidad y el oficio. Así como su muerte, fue su obra: existencial y arriesgada”.
La poeta señala que casi nadie conocía, como él, la poesía, narrativa y el ensayo ecuatoriano. “Una conversación con César era como asistir a una cátedra, pero con la sencillez y generosidad de quien no habla para demostrar cuánto ha leído, sino desde el disfrute y la complicidad. ‘Herir la perfección’, uno de los títulos que publicó, refleja -para mí- el significado profético de su partida. Como matar un ruiseñor. Como escribir y echarse al vuelo”.
Mientras que la poeta Gabriela Vargas Aguirre señala que es difícil procesar el fallecimiento de César, con quien compartió una gran amistad. Así que, en vez de pensar en su muerte, prefiere pensar que durante este año se cayó el internet, se cerraron las calles, que pudo, al fin, dormir todas las horas que le debe al descanso.
“Prefiero releer esta parte de una de las cartas que me envió alguna vez durante la pandemia y pensar que pronto nos volveremos a ver, en otro mundo, uno más blandito con muchas flores como las que le gustaban:
‘¿Debo irme a otro mundo? ¿Debo crear un mundo distinto a esta ciudad de la furia? Tal vez, sí, tal vez debería hacerlo, habitar un mundo sin los referentes que me rodean, estas cosas cotidianas que me atan, me aplastan, pero también me conforman, me dicen quién soy. Alejándome de esto rompería un mundo. Seguro estaría feliz.
Gracias, por tanto. Itterrashai, César’.