Editorial de Radio Pichincha
Tras los operativos de fin de semana, todo parece que ha sido tan fácil y tan rápido. Como si de un día para otro habríamos descubierto la vara mágica para devolver seguridad a las cárceles y relativa calma a todo el país.
Bueno, al menos así lo pintan los informes gubernamentales tras la declaración de “conflicto armado interno”. Según ellos, hasta ayer domingo hubo más de 10 mil operativos, desde el 9 de enero hasta el 14 de este mismo mes. Al principio se dijo que se habrían desarticulado más de dos decenas de grupos terroristas, luego se dijo que fueron 32 operativos antiterroristas. Y también se informó de más de mil detenidos, que ahora serán alojados en las cárceles que supuestamente estarían bajo control estatal o militar, pero que en la práctica sabemos que seguirán por algún tiempo bajo el dominio de las bandas criminales.
¿Con un balance así de espectacular no quedaría más que sentarse a ver cómo se neutraliza el narcotráfico? En principio está bien, pero la verdad no se ataca el problema estructural desde su raíz. Si la gente quiere ver presos muertos, delincuentes acribillados en la calle y con eso saciar la sed de venganza que, sin duda alguna, prevalece en el imaginario, se trata de un resultado parcial.
Lo de fondo es romper los círculos y flujos financieros, los conductos por donde circula todo ese dinero por millones de dólares y ahí si veremos un cambio radical en la inseguridad y en la lógica de la lucha antiterrorista. Claro que eso lleva tiempo, pero ya sabemos que no podemos perder más segundos en ese combate. Y, por supuesto, esto no debió hacerse ahora se debió hacer desde antes, en los gobiernos de Lenín Moreno y Guillermo Lasso.
La conclusión lógica e inmediata es que el banquero Lasso fue un incompetente a tiempo completo, con gendarmes cooptados por la delincuencia, ministros mediocres y hasta pillos. Tuvieron en sus manos las herramientas constitucionales, legales y hasta operativas para actuar, pero prefirieron someterse a los capos de la droga y al flujo financiero que lavó miles de millones de dólares en bancos y otros sectores económicos.
Por todo ello, Daniel Noboa ahora parece el salvador y la actuación de las FF.AA. como heroica. Si nos quieren vender esa estampa está bien, pero no seamos ingenuos. Seguramente hoy estamos así, mañana quién sabe. Solo cuando tengamos por delante una Policía depurada, una justicia “justa” y un gobierno atendiendo todos los frentes donde se evidencia la violencia podremos avizorar un escenario con altas probabilidades de colocarnos a otros desafíos democráticos.
Si hoy los militares obligaron al Gobierno a actuar de manera radical, también tiene mucho que ver con que ya se cansaron de una Policía corrupta y muy poco operativa. Y, además, que esto no sea justificación para una “paz mafiosa” que nos obligue a una militarización permanente y con ello un miedo enraizado hasta para hacer negocios o simplemente acudir a un concierto. OJO: que no sea tampoco para justificar una presencia militar estadounidense para hacer de nuestro territorio su “base de operaciones” para un control regional y con ello una disputa geopolítica donde solo nosotros tenemos todo que perder. PUNTO