La expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner aseguró ayer en una sesión del Senado que no tiene ningún inconveniente en que allanen su casa. Solamente solicitó que no se hiciera un registro fílmico para que no sea utilizado posteriormente por los medios de comunicación.
Denunció la manipulación humillante y descarada de la que es víctima, del hostigamiento permanente del que es objeto y dijo no arrepentirse de nada.
Recordó las persecuciones judiciales que soportan Brasil y Ecuador, donde integrantes de gobiernos progresistas están ahora padeciendo arrestos arbitrarios.
En un tono fuerte, la exmandataria recordó que fue la primera senadora expulsada de su bloque, así como fue la primera presidenta y la primera senadora que sufrirá un allanamiento, ya que así lo dispuso el juez Claudio Bonadío, quien ya está jubilado pero continúa en funciones solo para perseguir a la senadora.
Una larga sesión tuvo lugar en el Senado, con discursos en favor y en contra de la acción judicial. Fernández criticó la intención de proscribir dirigentes políticos y recordó que a la vicepresidenta Gabriela Michetti, actual presidenta del senado, le robaron bolsos de dinero que guardaba en su casa y que eso no fue siquiera investigado por el poder judicial.
Mientras la incertidumbre económica se extiende y el estruendo de los disparos de la represión contra quienes defienden sus puestos de trabajo retumban en los oídos del pueblo argentino, el gobierno de Mauricio Macri encontró en unas declaraciones de empresarios supuestamente arrepentidos, algunos indicios de que podría haber una trama de corrupción ligada al anterior gobierno de la Argentina.