Los primeros cien días de gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México han sido evaluados según los 100 compromisos que asumió el presidente en su toma de protesta. Para AMLO, 62 de los 100 compromisos se cumplieron, como la distribución de los programas sociales priorizando a la población indígena y las zonas con mayor rezago y pobreza, o la creación del programa Becas para el Bienestar Benito Juárez y la reforma a la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, que establece un nuevo tabulador para disminuir el sueldo de los servidores públicos.
Claro que lejos de felicitarse, recordó que quedan 38 compromisos pendientes o “en proceso”, como terminar de identificar las irregularidades que puedan existir en el programa Estancias Infantiles, para comenzar con la entrega de recursos directos o la imposibilidad de evitar que los choferes de los funcionarios continúen cerrando accesos y estacionando en lugares prohibidos.
Admitió que fue necesario abastecer de combustible a la población y se realizó la compra de 500 pipas de suministro, sin que fueran supervisados por Naciones Unidas, como había prometido. También está pendiente el capítulo de la descentralización del gobierno y para el que requerirá de más tiempo por lo complicado que es desarticular un entramado burocrático de tantos años alrededor de la capital mexicana.
Quedan pendientes la entrega de becas relacionadas con la tecnología, arte y cultura y el impulso de la formación artística en la educación básica, que también requieren un proceso de implementación más largo y que se complementa con la derogación de la reforma educativa impulsada en anteriores administraciones.
Proyectos que formaban parte de las promesas electorales y todavía están en su fase embrionaria son Sembrando Vida y Jóvenes construyendo el futuro, donde hay 82 mil inscriptos, pero se espera que vincule a 2,3 millones de personas.
Las obras de infraestructura también forman parte de los compromisos en proceso, ya que su construcción llevarán distintos plazos.