Si los incendios en California no han ocasionado más muertes y destrucción es gracias al trabajo de las 200 cuadrillas de bomberos-reos que vienen trabajando desde que comenzara el fuego que ya mató a 30 personas y ha obligado a evacuar barrios enteros, muchos de los cuales han quedado calcinados.
Alrededor de 550 privados de libertad, trabajan con trajes naranjas, donde se distingue la palabra “recluso” y desafían a la muerte combatiendo el fuego por un dólar la hora, menos del 7 % de lo que gana un bombero profesional.
Son quienes se ocupan de ponerle límite a los incendios, cortando árboles o cavando surcos que rodeen los incendios para que no se propaguen.
Más allá del agradecimiento que le debe toda la comunidad californiana, sus condiciones de trabajo son lamentables y ejercen uno de los trabajos más peligrosos que existen por un sueldo de esclavitud.
Los privados de libertad, sin embargo, no critican esa “explotación”, ya que, en realidad, se trata del sueldo más generoso que reciben los trabajadores encarcelados.
“Es un trabajo muy duro por poco dinero, pero te ayuda a construir carácter”, le dijo Alejandro Rangel a la BBC, un exconvicto que recién ha recuperado la libertad y busca continuar con su labor de bombero.