Las protestas de los chalecos amarillos continúan en Francia cada sábado y una vez más, las fuerzas de seguridad volvieron a realizar detenciones masivas. 237 personas terminaron en comisaría en la capital, 200 de las cuales continúan bajo custodia policial, incluidos 15 menores de edad.
El presidente Emmanuel Macron decidió volver de su descanso en una estación de esquí debido a los sucesos que se produjeron en París, en lo que se denominó como Acto 18.
El movimiento de los chalecos amarillos sigue movilizando a miles de personas. Y al final de la movilización multitudinaria ocurren actos vandálicos que alimentan la represión policial: incendio de restaurantes, saqueo de tiendas, destrucción de vidrieras y otros elementos del mobiliario público.
Cañones de agua, gases lacrimógenos, balas de goma y gas pimienta fueron utilizados por los uniformados en una nueva escena caótica, en la que se contabilizaron 42 manifestantes heridos, un bombero y 17 efectivos policiales.
Según las cifras aportadas por el ministerio del Interior, ayer se movilizaron 32.300 personas en todo el país, además de las diez mil de la capital. Bordeaux, Dijon y Toulouse fueron algunos de los principales centros urbanos donde se concretaron manifestaciones.
Desde el gobierno quieren terminar con estos hechos y montaron un gabinete de crisis para que los Campos Elíseos dejen de ser campo de batalla entre revoltosos y agentes de policía.
La ausencia de liderazgos y de organicidad en las protestas de los chalecos amarillos favorecen la infiltración de violentos, pero los reclamos de los manifestantes cuentan con un apoyo masivo de la población, que comienza a hartarse de la falta de reacción del gobierno ante las exigencias y propuestas de la ciudadanía.