Este fin de semana la correlación de fuerzas en Venezuela ha variado. Para la CNN Juan Guaidó dejó de ser el presidente y ahora es presentado como el diputado que preside la Asamblea Nacional. Los venezolanos que participaron de los altercados que buscaban forzar la frontera del país desde el lado colombiano, se quedaron varados en el país vecino y le pedían a Nicolás Maduro que les enviara víveres y los ayudara para poder reencontrarse con sus familias.
Los músicos que participaron del festival Venezuela Aid Live toparon con un aluvión de críticas. De un lado por participar de una estrategia golpista contra el gobierno bolivariano y del otro por ser solidarios, pero cobrando cachés millonarios por la actuación. ¿Solidarios de quién? De sus bolsillos, seguramente.
El intento de doblegar a las fuerzas de seguridad venezolanas con promesas de gloria y dinero, apenas logró seducir a cinco uniformados, lo que no conmueve a unas milicias creadas para servir y defender al pueblo.
También fue un fracaso el intento de presentar al puente de Las Tienditas como el cruce principal entre ambos países, cuando todavía no fue inaugurado y el gobierno colombiano no tiene intenciones de hacerlo ni en el corto, ni en el mediano plazo. Solo un periodismo mentiroso puede presentar los hechos de manera tan fraguada.
Algo similar ocurrió con la “ayuda humanitaria”, que incluso fue incendiada antes de que llegara al sector protegido por la Guardia Nacional Bolivariana.
Todo este ridículo espectáculo no debe generar la creencia de que el peligro pasó, ni de que los problemas de los venezolanos comenzarán a resolverse. Solo ha sido un round en el que los desestabilizadores han terminado desnudos y rendidos, pero tienen la prepotencia suficiente para insistir, insistir e insistir.