Las Naciones Unidas habían estimado en 320 mil personas las que se habían retirado de los alrededores de Deraa (Siria) frente a la ofensiva del ejército sirio y el apoyo de Rusia contra los insurgentes y los miembros del Estado Islámico que seguían en la región.
Al llegar a un acuerdo humanitario de cese al fuego entre la insurgencia y los mediadores rusos, unas 200 mil personas que habían huido, están regresando a sus hogares. No solamente por la perspectiva de quedarse en su lugar de residencia, sino, también por la negativa tanto de Israel como de Jordania de abrir sus fronteras para recibir a los desplazados que debieron quedarse en la frontera sin poder ir hacia ningún lado.
La cifra de personas que retornan la ofreció el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una oenegé muy pequeña establecida en Londres y sobre la que pesan muchas suspicacias.
El coordinador humanitario de Naciones Unidas en Jordania, Anders Pedersen, ayer indicó que en la frontera sirio-jordana hay alrededor de 150 y 200 desplazados, de los 60 mil que llevó a haber hace días.
Las facciones contrarias al gobierno sirio no están coordinadas y funcionan como bandas armadas sin control, lo cual llevó a que una decena de esos grupos rompieran el alto el fuego y fueran respondidos por las fuerzas gubernamentales.
Más del 70 % del territorio ya está controlado por las fuerzas leales a Bashar al-Assad, mientras que un 21 % sigue bajo control de los grupos opositores y menos de un 7 % de yihadistas ligados al Estado Islámico. Todas estimaciones presentadas por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.