Editorial de Radio Pichincha
La integración es una de las últimas necesidades de un presidente saliente, invalidado por su paupérrima popularidad y mucho más cuando no hizo nada para generar una agenda regional, con prioridades nacionales. No hizo nada porque antes pedía permiso o al menos se lo adelantaba a Washington.
Don Guillermo NO CREE EN LA INTEGRACIÓN POLÍTICA. Su única opción era y es el libre comercio, su visión de América Latina solo cuenta en billetes y negocios. Es posible que ni siquiera haya estudiado la vida de Simón Bolívar, menos aún la historia de las luchas comunes de nuestros pueblos. Sin ofender, para él la historia no cuenta. Se nota en su escasa retórica política cuando asiste a los foros internacionales. Incluso, ha querido trasladar a esos foros los problemas internos, satanizando a la oposición, estigmatizando a los adversarios.
Ahora viaja a Brasil. Y dice que fue una invitación “personal” de Luiz Inácio Lula da Silva. No es a un “amigo” o un “conocido”. Es al Presidente del Ecuador en funciones. No le quedaba más. Hasta para mentir hay que tener cierta inteligencia. Y ese viaje sale de su agenda tradicional. Más parece un “lavado de cara”.
¿Cómo estrecha la mano a mandatarios a los que tachó de comunistas y de ser los causantes de la supuesta “catástrofe” de sus países? ¿Se va a sentar con Nicolás Maduro? ¿Le podrá decir que Ecuador ya no es Venezuela y que los índices de violencia y pobreza son muy superiores a los del país hermano? ¿Podrá expresar una sola frase en contra del socialismo del siglo XXI frente a Lula? ¿Qué hará ahora con su amigo Guaidó? ¿Lo va a llevar de la mano, lo va a cholear o ya se hará el loco con su “presidente encargado” al que lo sacó a pasear por Guayaquil?
Más allá de eso, es verdaderamente vergonzoso ser representado en la diplomacia por alguien que pierde todos los días no solo legitimidad sino hasta respeto político. Ante la cadena de errores y de estadísticas negativas, es muy difícil ir a un foro presidencial y defender lo indefendible.
La política exterior ecuatoriana, en estos dos últimos años, ha sido una suma de sometimientos a la agenda de EE.UU. Y eso no hace falta contrastarlo o verificarlo. Don Guillermo, al igual que Lucio, en su momento, puso como su aliado al país del norte, por sobre todas las cosas. Se puso de lado de Ucrania porque así lo determinó Joe Biden. Y gracias a eso, un canciller obsecuente como Juan Carlos Holguin nos obligó a comprar diésel ruso a través de intermediarios a precios el triple más caro.
Con la famosa frase de “más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador”, sacada de un manual de marketing comercial, don Guillermo nos hizo creer que tendríamos inversiones a millares surgir y exportaciones por montones, pero las cifras dicen todo lo contrario. Y así, como una mentira más, quedamos a expensas de que la realidad abofetee a la historia. PUNTO