Editorial de Radio Pichincha
Como ya se conoce, esta moraleja alude a la imposibilidad de realizar algo por ser peligroso. Y también expresa la falta de voluntarios para tomar una determinación provechosa para todos, porque su puesta en práctica resulta muy arriesgada.
Para explicarlo mejor, la frase original de quién le pone el cascabel al gato procede de la fábula de los ratones (de una de las fábulas de Esopo), en la que estos proponían poner un cascabel al gato para saber cuándo se acercaba y tener así tiempo de huir.
Por eso calza perfectamente con el momento crítico por el que atraviesa Ecuador. Ya la Asamblea intentó con la revocatoria del mandato donde socialcristianos y un grupo de los pachakutiks salvaron a Lasso de una salida democrática que bien pudo evitar nuevas masacres carcelarias, mayor migración mortal y una economía que hace aguas por todo lado.
Hay que ponerle un cascabel para saber qué mismo se hace con un régimen y una mafia mediática que solo aúpan los grandes negocios, la privatización del Estado y una fuga de capitales sin más beneficio que el inventario que hacen los financistas de la campaña y los banqueros aliados de Lasso.
Es evidente que algunos ya toman distancia de quien hasta hace poco era un estadista y un demócrata. Ese periodista Carlos Rojas que decía que con la llegada al poder del banquero Ecuador era un país mejor, ahora se sonroja al menos al contar los muertos y las metidas de pata de su ídolo. Los 4 pelagatos le lanzan una boya pidiendo cambios en el gabinete como si con eso se resolviera lo de fondo: no hay presidente. O los Plan V, los de Ecuavisa y de los diarios El Universo, Expreso, La Hora o El Comercio ya no atinan cómo titular o camuflar la crisis aguda de todos los sectores sociales donde la gente se muere y/o huye de este país.
Hay que ponerle el cascabel a Lasso para estar atentos a la siguiente OCURRENCIA, DESLIZ O MENTIRA y no solo estar prevenidos, sino organizados para afrontar las consecuencias.
Ya ha pasado un mes del femicidio contra María Belén Bernal y no hay justicia para ella, para su madre y para su hijo. Pidió la destitución de dos generales de la Policía y le puso un plazo al comandante de la misma institución y ahí siguen campantes. Nunca se refiere a los llamados narcogenerales y sigue pensando que con cambiar al ministro de la Comunicación se resuelven todos los males.
Insistimos: ¿QUIÉN LE PONE EL CASCABEL A LASSO? PUNTO.