Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua ya echó para atrás la reforma prevista del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social. Durante cuatro días más de 40 manifestaciones se realizaron en todo el territorio en oposición al decreto presidencial.
Lo que comenzó como movilizaciones estudiantiles, rápidamente se convirtieron en enfrentamientos con la policía, entre facciones a favor y en contra del gobierno y saqueos de comercios y barricadas.
El descontrol se adueñó de Nicaragua, pese al llamado a la paz de la vicepresidenta Rosario Murillo y el sábado del presidente Ortega.
Además de los miembros de las fuerzas de seguridad asesinados y heridos que consignó el gobierno, hay personas ejecutadas por grupos de extrema derecha e incluso un periodista fue asesinado mientras transmitía en vivo. Las organizaciones ligadas a los derechos humanos hablan de 28 muertes por la represión, al mismo tiempo que los reclamos se multiplicaron y comenzaron a plantearse otras necesidades de la población.
El desborde alcanzó niveles altísimos, con comerciantes armados defendiendo sus locales a los tiros, incendios y la ocupación de estaciones de servicio, para garantizarse el suministro de combustibles. El despliegue del ejército en varios distritos no calmó las turbulentas aguas.
La reforma que elevaba los impuestos para toda la población fue un sacudón para toda Nicaragua y una llamada de advertencia para el gobierno sandinista.
Los heridos se cuentan por cientos, el gobierno niega haber llevado adelante detenciones, pero organizaciones humanitarias hablan de 20 detenidos y 43 desaparecidos. De todos modos es necesario esperar que el descontrol amaine y los jóvenes vuelvan a sus casas para tener números certeros.