En Irán, Canadá, Costa Rica. En Polonia, Australia y en Honduras. En Panamá, Italia y Corea del Sur. En la República Dominicana, Austria y Tailandia. En Bélgica, Guatemala y Kosovo. En todos y cada uno de estos países las mujeres exigieron que se ponga fin a las violencias que sufren.
Un millón de personas en la capital española, Madrid, otro tanto en Barcelona, Sevilla, Burgos, Almería, Granada, Vigo, Cádiz, Palma de Mallorca, Murcia, Salamanca, Tenerife, Valencia y Zaragoza, entre tantas otras más.
Cientos de ciudades en Argentina, con una convocatoria descomunal en la Ciudad de Buenos Aires. Desbordadas las calles en Rio de Janeiro, Bahía, Brasilia, Goiàs, Manaos, Ouro Preto, Belo Horizonte, Curitiba, Recife, Porto Alegre y, por supuesto, Sao Paulo, aunque también muchas más.
Pero también Puerto Rico, Irlanda, Paraguay, Noruega, Suecia y París, Francia. Varias ciudades de Colombia, Chile, prácticamente todas las ciudades de Uruguay, las más importantes del Reino Unido, Praga, Berlín, Belgrado, Lisboa, todas las capitales estatales de México, Bolivia y Venezuela.
De Nueva York a Los Ángeles, los Estados Unidos también fueron atravesados por el pedido del aborto legal, seguro y gratuito, de Educación sexual laica para todos y todas, al igual que en Nicaragua, Ucrania, Bosnia, Japón y Surinam.
Porque los femicidios no reconocen fronteras y la discriminación sexual forma parte de todos los credos. El 8 de marzo de 2018, con este segundo Paro Internacional de Mujeres, el mundo dejó de ser el mismo. Bienvenidos y bienvenidas al futuro.