Desde el 2006, el Ministerio de Educación puso en marcha el Programa de Textos Escolares, en principio el 30% de inversión provenía de las prefecturas. Editoriales alertan: no hay licitación abierta, para el próximo ciclo.
El 29 de abril comenzará el año lectivo 2024-2025, en la Costa y Galápagos; y en septiembre, en la Sierra y Amazonía. ¿Habrá textos de matemáticas, literatura, ciencias naturales y ciencias sociales para los estudiantes? El Ministerio de Educación respondió a Radio Pichincha que:
«Los textos escolares son materiales curriculares impresos o digitales variados, como libros de consulta, cuadernos de trabajo, entre otros. Los textos escolares que se entregarán durante 2024 no son fichas, son recursos educativos tangibles que sirven para la transición del currículo anterior al vigente».
Además, el Ministerio de Educación indicó que se dotará de un paquete de textos escolares a cada uno de los 3,2 millones de estudiantes, desde el nivel inicial hasta tercero de bachillerato, para las cuatro áreas fundamentales, de tronco común, que regularmente se ha entregado dentro del sistema nacional público. No está claro si habrá libros o serán otros recursos didácticos (cartillas y acápites y cuadernos de trabajo diario).
Asimismo, el Ministerio informó que, «trabaja en la construcción de contenidos para los nuevos textos escolares, que ofrecerán en el año lectivo 2025-2026, con el nuevo currículo por competencias«.
Pero, mientras tanto, ¿habrá libros de matemáticas, lengua, sociales y naturales para los niños y adolescentes, el próximo año lectivo? La Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto, a través de uno de sus directivos, Patricio Bustos, cree que no será posible, más allá del libro de lengua y literatura, cuyos derechos sobre el contenido pudo haber donado indefinidamente la Universidad Andina.
El 18 de enero de este 2024, miembros de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto acudieron a una reunión al Ministerio de Educación. Les aseguraron que hasta los últimos días de ese mes tendrían el nuevo currículo por competencias, para que puedan desarrollar los contenidos por materia. Y ser parte de una licitación. «No tenemos nada hasta hoy y ni siquiera hay una indicación de que van a postergar el proceso», ratificó Patricio Bustos.
Miguel Herrera es profesor de la Universidad Andina y ex Subsecretario de Fundamentos Educativos del Ministerio. Un currículo -explica- es el proyecto educativo de un país, que en este caso sirve para definir qué tipo de competencias deben desarrollar las nueva generaciones.
También son los conocimientos que una comunidad educativa decide que se deben aprender; lo que una maestra hace en el aula; se trata de una propuesta prescriptiva desde el Ministerio, que debiera tener expresiones singulares, ya que no es igual lo que requieren niños y adolescentes de Loja que los de Sucumbíos o Pichincha, añade Miguel Herrera. Critica el currículo presentado por Educación.
Para Juan Páez, de Maya Ediciones, se podría decir, desde el punto de vista tradicional, que un currículo es como una carta, con planes y programas de estudio, donde se plasman los objetivos, los contenidos a estudiarse y las formas de evaluación. El contenido se divide en áreas; hay cuatro áreas básicas en la educación primaria y asignaturas en Bachillerato General Unificado.
¿Cómo se certifican los contenidos que se editan en los libros o textos escolares gratuitos?
Desde el 2006, el Ministerio de Educación puso en marcha el Programa de Textos Escolares. En principio, el 30% de la inversión corría por cuenta de las prefecturas. Se trató de una más de las estrategias para lograr la universalización de la educación, evitando barreras de acceso.
En el 2007, también se entregaron uniformes y se eliminó la mal llamada contribución voluntaria de USD 25 que pagaban los padres al inicio del ciclo lectivo, en los planteles públicos.
Para el 2007 se instauró un proceso denominado Vitrinas Pedagógicas, concurso público para escoger los mejores contenidos para la producción de los textos escolares.
Desde el 2009, el Ministerio de Educación se encargó completamente de la inversión en textos escolares, para alumnos de primero a décimo de educación básica, en todos los planteles públicos. Desde el 2013 se amplió la cobertura para los estudiantes de bachillerato.
En la Ley Orgánica de Educación Intercultural Bilingüe, vigente desde marzo 2011, se indica que el Estado debe garantizar la aplicación obligatoria de un currículo nacional, en escuelas y colegios públicos, municipales, privados y fiscomisionales, en sus diversos niveles: inicial, básico y bachillerato.
El Reglamento General a la LOEI establece que la certificación curricular es obligatoria para todos los textos escolares de educación ordinaria y extraordinaria, que contengan el currículo oficial de las asignaturas.
En 2014, a través del Acuerdo MINEDUC-ME-2014-00021-A, se reguló el proceso de certificación de los libros de texto a ser usados en el Sistema Nacional de Educación. Entonces se estableció que las universidades de la categoría A o B podrían ser las evaluadoras del contenido de los textos para cada una de las asignaturas, propuesto por las editoriales. La calificación era sobre 100 puntos.
Por eso, Patricio Bustos, de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto, apunta que el Ministerio de Educación no cuenta con los derechos sobre contenidos para imprimir textos para matemáticas, ciencias naturales y ciencias sociales.
Quizá, cree Bustos, sí puedan entregar libros para lengua y literatura, del segundo al décimo de básica, con los derechos cedidos de la Universidad Andina de su contenido actualizado al 2016, con el ajuste curricular de ese año.
También al 2019, editoriales como Maya ganaron las licitaciones de contenidos para los libros escolares de matemáticas y de emprendimiento y ciudadanía. Así como Don Bosco ganó en las áreas de ciencias naturales y ciencias sociales; además en física, química; biología y lengua y literatura, para el bachillerato.
El Ministerio -como rector de la política educativa- decide cuál es el currículo y en función de eso invita a las editoriales de libros de texto a participar de una licitación. Es un concurso, en el portal de compras públicas, para lo cual deben trabajar en el contenido que proponen para cada texto, no solo con especialistas en las asignaturas sino con correctores de estilo y diseñadores gráficos.
Luego de la evaluación de las universidades, el Ministerio certifica la calidad del contenido, paga por los derechos, y así manda a imprimir los textos que se distribuyen.
En el 2019 se desarrolló la última licitación. Luego vino la pandemia y llegó el exministro Milton Luna, quien intentó no distribuir libros, que le parecía que tenían adoctrinamiento; aunque todo había sido certificado por universidades y no por un Gobierno. En su lugar pretendió distribuir módulos y contrató incluso a un equipo para eso. Ese proceso se cayó y dejó el Ministerio.
En 2019 y hasta 2022, su sucesora, Monserrat Creamer llegó a un acuerdo con la Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto. Se usaron esos mismos contenidos para imprimir los textos, por la falta de tiempo para convocar a una licitación.
Luego vino la pandemia y se trabajó en un currículum priorizado, con las mismas destrezas y con cuatro competencias orientadas a temas de lengua, matemáticas, socioemocionales y digitales.
¿Qué recursos educativos recibirán niños y adolescentes en planteles públicos en el año lectivo 2024-2025?
- El Ministerio de Educación entregará textos escolares a 3 241 318 estudiantes de escuelas y colegios fiscales a nivel nacional, en el año lectivo 2024-2025.
- Conforme el presupuesto prorrogado se planifica invertir un total de USD 28 027 752,76.
- El Gobierno anterior, de Guillermo Lasso, dotó de textos escolares a 3 241 318 estudiantes.
- La inversión para textos escolares en el Gobierno de Lasso fue de USD 27 949 545,76, durante el año lectivo 2023 – 2024 para el régimen Sierra – Amazonía y Costa – Galápagos. Entonces tampoco hubo una licitación.
Además, el Ministerio de Educación contestó que se encuentra en una etapa de transición educativa. Y que la aplicación del nuevo currículo educativo por competencias, que María Brown, ministra de Lasso, quiso dejar, se concretará recién en el subsiguiente ciclo lectivo 2025-2026.
«En el marco de la transformación curricular, los equipos docentes serán capacitados, a partir de abril de este 2024, en estos recursos planteados para la transición del currículo 2016 al Currículo basado en Competencias».
Además, el Ministerio respondió a la pregunta de si entregarán o no libros para cada asignatura así:
Los textos escolares son materiales curriculares impresos o digitales variados, como libros de consulta, cuadernos de trabajo, entre otros. Los textos escolares que se entregarán durante 2024 no son fichas, son recursos educativos tangibles que sirven para la transición del currículo anterior al vigente.
Se dotará de un paquete de textos escolares a cada uno de los 3,2 millones de estudiantes, desde el nivel inicial hasta tercero de bachillerato para las cuatro áreas fundamentales, de tronco común, que regularmente se ha entregado dentro del sistema nacional de educación.
Se entregará un cuaderno de trabajo diario para todos los estudiantes, recurso educativo nuevo para estudiantes de los niveles de educación Inicial, Educación General Básica y para Bachillerato General, con actividades pedagógicas articuladas con los enfoques de género, interculturalidad, educación inclusiva, autoconocimiento, valores, aprendizaje cooperativo, que integran actividades pedagógicas.
Dependiendo del nivel educativo, además de este material complementario, también se entregará la cartilla de Experiencias de Aprendizaje sobre la Cultura Afroecuatoriana, que es un texto que recoge los aportes de la etnoeducación a todas las áreas que se abordan en el currículo.
Y, para todos los niveles, Acápites de Lectura, que son un recurso educativo complementario que se enfoca en el desarrollo del comportamiento lector.
¿Y los libros de matemáticas, ciencias naturales, ciencias sociales y lengua y literatura nuevos?
Según respondió a Radio Pichincha, el Ministerio de Educación trabaja en la construcción de los contenidos para los nuevos textos escolares para el año lectivo 2025 – 2026, enfocados en el Currículo por Competencias.
Eso, «permitirá desarrollar competencias fundacionales vinculadas con la comunicación, el razonamiento lógico matemático y habilidades socio emocionales, que permitirán un mejor proceso de aprendizaje y vinculación con las sociedades actuales y futuras, locales y globales. Para ello, estos recursos educativos, adicionalmente integrarán el enfoque de Steam (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas) e interdisciplinariedad en línea con los avances educativos».
Por su lado, Patricio Bustos, de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto, está convencido de que en el próximo ciclo lectivo no habrá textos escolares nuevos, con un currículo antiguo ni el de transición al de competencias. Y para confirmar su tesis pide revisar las cotizaciones que el Ministerio de Educación ha pedido a imprentas.
«Mire, son documentos públicos; solicitan la cotización de libros de texto de lengua y literatura y de ninguna otra materia más», dice Patricio Bustos. Y entrega documentos titulados Matriz para la contratación del servicio de impresión de textos escolares para el ciclo 2024-2025, en paquetes para primero de educación general básica (EGB), octavo, décimo y tercero de Bachillerato General Unificado. También de tercero, cuarto y noveno. Y de inicial dos, quinto, sexto de EGB y de segundo de BGU.
En los pedidos de cotización se lee que el Ministerio pide cotización para libro de texto de lengua y literatura, textos de inglés, cuadernos de trabajo, acápites de lectura, cartillas de etnoeducación Sembrando a través de la palabra; cuaderno de trabajo diario Descubriendo secretos; cuaderno de trabajo diario Diario de Aventuras.
Para Nelly Miño, quien ejerció la docencia por 38 años y durante seis años más fue rectora, el libro aún es un recurso válido, en nuestro medio. Antes del 2006, a los padres de familia se les endosaba el pago de dos o tres libros, en primaria y secundaria, en escuelas y colegios públicos.
«En la educación pública, con aulas con 40 y 50 estudiantes, el libro es un recurso importante. En 40 minutos de clase no se alcanza a satisfacer las necesidades del estudiante y el libro todavía es un recurso usado para consultar, para poder hacer tareas», comenta.
Asimismo Nelly Miño, de la Red de Maestros, anota que el 80% de profesores es nuevo, en el sistema público, ya que al menos 14 mil con 15 y 20 años en el magisterio se jubilaron en el Gobierno de Lenín Moreno. «Al empezar la docencia es más útil». Pide que se capacite a los profesores.
Por su parte, Miguel Herrera, docente de la Universidad Andina, opina que el libro de texto es útil para padres y profesores, más que para los guaguas. A los padres, dice, les brinda una guía sobre por dónde va su hijo o hija, qué es lo que debe estudiar; es un material muy útil, en un contexto pobre en recursos, no solo didácticos sino en cuanto a la formación de las familias, a las que sirve para ubicarse y poder apoyar al estudiante.
En cuanto a la utilidad de los libros para los profesores, Miguel Herrera señala que no todos tienen una formación de maestra estrella, por lo que se apoyan en los libros para no perderse. En esas condiciones de los hogares y las escuelas públicas del Ecuador, él considera que no se debería dejar de entregar libros de textos de las asignaturas en el próximo ciclo lectivo.
Aunque Miguel Herrera cree que, en otro contexto, se debería abolir el libro de texto como material único porque uniforma y homogeniza de forma extrema, la oferta educativa y deja el proyecto educativo del país en manos de una línea editorial, por ejemplo Norma o Santillana y cualquier otra editorial.
Además, Miguel Herrera, especialista en educación y ex Subsecretario de Fundamentos Educativos del Ministerio, es crítico con la reforma curricular emprendida por María Brown, ministra del Gobierno de Guillermo Lasso.
«El libro se debe descartar», sostiene Herrera, cuando se cuenta con una propuesta curricular mejor estructurada, basada en planteamientos que vienen de la teoría crítica de la educación, que tratan de generar otro tipo de procesos de construcción de conocimientos. De ese modo se hablaría del aula no como un espacio cerrado sino de un lugar en donde se aprende, con una propuesta más compleja.
«Entiendo a la ministra Brown, cuando quiso hacer ese giro, pero no le salió. Ese currículo por competencias colgado en la web no es ni siquiera un currículo», asegura Miguel Herrera. Y comenta que al hablar de un nuevo currículum por competencias se debería ya contar con un marco competencial, que debiera tener una estructura técnica, con componentes; cuáles son los elementos, cómo se van a desarrollar a través de currículums de diferentes áreas y trasladarse en forma de competencias generales y específicas de cada disciplina.
En esa línea, Herrera señala que con un real currículo por competencia no hay que trabajar con la unidad didáctica típica, usada por los maestros por años; hay que olvidarse de la programación clásica. Al contrario se debe crear una nueva forma de planificar, para generar situaciones de aprendizaje.
En ese contexto los libros de texto no tienen ningún sentido -subraya Miguel Herrera- porque con ese material, el estudiante solo ingreso a la página x y hace ejercicios. Un libro no puede acoger situaciones de aprendizaje per sé, por eso desde el Ministerio nos han hablado de pasar a trabajar con fichas pedagógicas porque eso habría que hacer, más investigación en Internet, uso de recursos como videos, materiales de todo tipo, fungibles y no.
Así, por ejemplo -explica Miguel- un maestro enseñaría a comprar y vender, llevando a los niños al mercado más próximo o recreando ese ambiente, para que vivan esa realidad y entiendan lo que es el comercio y los intercambios económicos.
«Hay que tratar de que sea lo más auténtico posible, no algo tan figurado. Otro ejemplo: para enseñar lo que son las guerras, no se requiere ir a una, pero sí ofrecer material audiovisual o recrear a través del teatro».
A modo de sugerencia, Miguel Herrera señala que los maestros deben tratar de anclarse a los intereses de los estudiantes y para eso se necesita generar experiencias de aprendizaje, situaciones que ayuden de la forma más auténtica posible. «Entonces, el libro de texto no tendría sentido».
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