Editorial de Radio Pichincha
Como un pésimo administrador y un extraordinario mentiroso se puede calificar sin duda alguna al presidente saliente. Todos los expertos coinciden que al cerrar el año y su gestión ya no hay plata para pagar los sueldos de la burocracia, a los proveedores y mucho menos a los gobiernos locales, es decir: municipios, prefecturas y juntas parroquiales.
Y cabe la pregunta de fondo: ¿en qué se ha gastado la plata don Guillermo estos meses? ¿Dónde están las obras y los grandes beneficios para la sociedad en general con los recursos recaudados, del año de mayores impuestos, la deuda contraída con el exterior?
Sinceramente dejan muchas dudas y las respuestas son llenas de mentiras. Empezando por el mandatario saliente y sus ministros, no atinan cómo van a dejar este país en los pocos días que le quedan de gestión.
Sin embargo, son rimbombantes las declaraciones, sus tuits y hasta los boletines de prensa que ya nadie lee.
Es que nadie podrá recordar cuál es la obra emblemática de GUILLERMO LASSO MENDOZA, el peor presidente de la historia, solamente desafiado en ese lugar por Lenín Moreno. No hay una sola obra, un proyecto en marcha o una política de la cual tengamos que recordarlo o agradecerle.
Por más esfuerzos que hagan sus acólitos, también quienes lo llevaron al poder ahora reniegan de su existencia, incluso le desean lo peor, hasta le maldicen. Claro, hay cierta hipocresía también en aquellos que ahora se quieren lavar la cara cuando don Guillermo está de salida. Y, por si fuera poco, ahora hacen loas al nuevo presidente y ojalá no se repita el mismo libreto cuando Daniel Noboa entregue el poder en mayo de 2025.
Con todo esto quienes deben estar preocupados son todos aquellos que siguen pensando y hasta desafiando la inteligencia media de que la derecha está preparada para gobernar. Si no son capaces de terminar un año con las cuentas en claro, con los saldos en blanco y las arcas fiscales abastecidas de los mejores años del precio del petróleo y la recaudación de impuestos, entonces lo que nos queda claro es que la derecha llega al poder solo para favorecer sus negocios, aunque suene a verdad de Perogrullo. PUNTO