Personal de la Unidad de Gestión de Movilidad Humana del Gobierno de Pichincha participó en un taller sobre diversidad sexual y de género, dictado por técnicos de Fundación Amor y Paz y de la Organización Causana.
En base a creencias religiosas -como la Judeo-Cristiana- muchos conciben como verdad única y absoluta la existencia del hombre y la mujer, pero cerrar nuestra mente a esta concepción limitada no nos permite ver el verdadero mundo que nos rodea. Si bien es cierto, desde el punto de vista biológico – zoológico, los seres humanos somos personas sexuadas en función de nuestros genitales y cromosomas; y, estamos encasillados en las categorías: hembra, macho, además de los hermafroditas.
Mientras que la identidad sexual tiene que ver con el cómo nos sentimos, independientemente de nuestro sexo biológico. Es lo que llamamos género y hace referencia a lo masculino y lo femenino que incluye, también, a los grupos trans (trevestis, transgéneros y transexuales).
Y tenemos una tercera clasificación desde la orientación sexual que está definido por la sumatoria de lo biológico, lo cultural y la época. Cuando hablamos de orientación sexual nos referimos a la bisexualidad, a la heterosexualidad y a la homosexualidad (lesbianas y gays), asexualidad y pansexualidad.
En definitiva, al margen de que lo aceptemos o rechacemos, de que lo toleremos o censuremos, esta es la realidad: un mundo con una amplia diversidad sexual y de género; sin embargo, las personas con orientación distinta a la heterosexual son discriminados, inicialmente por su propia familia una vez que han decidido “salir del clóset”. A más de ello, día a día tienen que lidiar con conflictos internos y el choque a la psiquis que en ocasiones deviene en frustración y depresión, conduciendo, en ciertos casos, al suicidio.
Hasta 1997, en nuestro país, la homosexualidad fue considerada un delito y hoy en día, todavía hay quienes creen que se trata de una enfermedad. Esto es un error puesto que las personas con orientación alternativa a la heterosexualidad no requieren tratamiento médico sino respeto a sus derechos. Quienes sí requieren ayuda profesional son, en primera instancia, los familiares para que logren aceptar el nuevo panorama de vida y lleguen a comprender a su ser querido.
Si pese a todo lo expuesto usted insiste en juzgar, cabe recordar a nuestras sabias abuelitas quienes solían decir: “Lo que no has de querer en tu casa has de tener”.
Elaborado por:
Baby Bustamante – Periodista de la Unidad de Movilidad Humana Gadpp