A contramano del mundo, que votó en Naciones Unidas por 191 a 2 en favor de levantar las sanciones económicas contra Cuba, el gobierno de Donald Trump ha lanzado una serie de medidas que profundizan el bloqueo ilegal contra la isla.
La limitación de los viajes de los ciudadanos estadounidenses a Cuba y el tope a negocios que mantenían ciertas entidades confirman esta tendencia de retroceso en las relaciones entre los dos países.
Josefina Vidal, la directora general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores describió las regulaciones conocidas ayer como un “recrudecimiento” de las limitaciones impuestas hace más de 50 años por los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos contra el pueblo cubano y contra los propios ciudadanos estadounidenses.
179 organismos cubanos quedan excluidos de las transacciones financieras y afecta tanto a organismos relacionados con la Seguridad y Defensa, pero también a empresas privadas que nada tienen que ver con estos ítems, como decenas de hoteles, agencias de viajes y comercios.
Vidal denunció que el nuevo listado “Llega al colmo de incluir a marcas comerciales de refrescos (como Tropicola y Cachito) y de rones, y hasta a un servicio de fotografía como PhotoService”.
El Departamento de Estado anunció que es una lista no definitiva y que se irá revisando y actualizando periódicamente. La nueva disposición impide el viaje de estadounidenses sin el auspicio de alguna organización autorizada y con el acompañamiento de representantes de la misma.
Es evidente que el paquete de medidas busca asfixiar más la economía cubana, pero también lastra las libertades de los ciudadanos norteamericanos, que habrá que ver hasta qué punto están dispuestos a dejarse cercenar sus libertades en favor de la extorsión de un pueblo hermano.