Carlos E. Flores, Pichincha Universal – El persistente discurso de la seguridad nacional y la demanda social por capturar a “Guacho”, fueron los principales disparadores para trasladarnos a Esmeraldas. Días previos al viaje, vivimos el feriado largo de mayo, en medio de amenazas de bomba, como los ocurridos en el Hospital Gustavo Domínguez (Santo Domingo) y el Hospital San Vicente de Paúl (Imbabura).
El viaje se realizó los primeros días de mayo. En el cantón de Esmeraldas, la preocupación y el temor eran evidente. En San Lorenzo, más aún. Las autoridades dan respuestas medidas, en el mejor de los casos. Otros prefieren hablar fuera de micrófonos. Una tónica similar, entre líderes sociales e investigadores. Aun así, la periodista danesa Lise Josefsen Hermann y yo, logramos registrar las perspectivas de los diferentes actores sociales y políticos. No solamente escuchar el discurso del despliegue militar y policial. Importante, pero no la única.
“Tiraron al piso a hombres, mujeres, niños, mujeres embarazadas”
Su figura afroecuatoriana se nos apareció de repente en la entrada de la Iglesia de San Lorenzo, cuando habíamos perdido toda posibilidad de tener un testimonio de las familias desplazadas de Mataje. Fue la única persona que decidió dar una entrevista. En la Iglesia se observa, a un lado, las familias desplazadas; en el otro, una carpa de la Secretaría de Gestión de Riesgos y un cuarto que cuenta con camas, frazadas, bidones de agua y otros productos destinados para las familias. Nadie quiso declarar sobre la situación de los desplazados: ni familias ni autoridades.
Yurlin Rodríguez, Jefa Política de San Lorenzo, nos dice que se vive una tensa situación y que la gente está sorprendida porque “nunca hemos estado en Estado de Excepción”. El Estado de Excepción rige desde el 27 de enero, cuando explotó el coche bomba en la Comandancia de la Policía de San Lorenzo. Hace poco el gobierno extendió por 60 días más esa medida en los cantones de Eloy Alfaro y San Lorenzo, haciendo un énfasis en Mataje, El Pan y La Cadena.
Por ese Estado de Excepción hay un toque de queda: desde las 10 de la noche hasta las cinco de la mañana. “No puede circular nadie”. Ningún vehículo puede entrar a ninguna de las comunidades del cantón, enfatiza Hugo Chávez, relacionista público del municipio de San Lorenzo. “En el caso del mar, el horario cambia desde las 18:00 hasta las 06 de la mañana. Los pescadores están prohibidos de salir a pescar en las noches”.
El poblador afroecuatoriano de Mataje, a quien llamaremos Javier (voz distorsionada por seguridad), recordó el plazo que dio el presidente Lenín Moreno para tener la prueba de existencia de los periodistas secuestrados: viernes 13 de abril. Ese día llegaron los policías y militares, “sorprendiendo a toda la comunidad, tumbando puertas, tirando al piso a hombres, mujeres, niños, mujeres embarazadas. No se escapaba nadie. Inclusive, yo fui de las personas atropelladas. Esposado por más de tres horas. Yo, como morador de la comunidad de Mataje, creo que las autoridades y la recomendación para el Presidente y para todos los que hacen autoridad, yo pienso que no es la manera de solucionar los problemas. No es el camino”.
Ese viernes 13 de abril, los uniformados detuvieron a nueve personas en Mataje. Javier pide que esas personas sean liberadas. Cuando le preguntamos sobre el tráfico ilegal de drogas en la frontera afirma que no tiene mucho conocimiento. El Gobierno afirma que el río Mataje se usa como vía para la salida de droga, le indicamos. “Yo pienso que, algunos como autoridades, también nos equivocamos”. Esa es una mala información, agrega. Y sobre el Frente Oliver Sinisterra dijo desconocer si la comunidad de Mataje tiene alguna forma de relación con ese grupo ilegal.
A Yurlin Rodríguez le preguntamos sobre lo dicho por el poblador de Mataje. Ella movió los brazos y dijo “no estuve en territorio”. Sobre el mismo asunto le íbamos a preguntar al alcalde de San Lorenzo, Gustavo Samaniego, pero nunca se pudo concretar la entrevista. La interrogante también estaba pensada para la defensora del Pueblo en San Lorenzo, Virginia Valencia, pero no contó con la autorización desde Quito.