Editorial de Radio Pichincha
No es chiste, es una bofetada a la sensatez pública y al sentido real de la institucionalidad. Pero ya no nos debería sorprender. Y, sin embargo, hay que decirlo: ¿cómo es que la Policía Nacional, una institución estatal, con todo lo que ello implica, condecora a Diego Ordóñez, con uno de los reconocimientos más importantes que otorga esa entidad?
Y lo hace con la medalla Alberto Enríquez Gallo, nombre con el cual también se bautizó a la Escuela de Formación de policías, donde fue asesinada, el 11 de septiembre pasado, María Belén Bernal. Lo condecoran el comandante general de la Policía, el general Fausto Salinas y el ministro del Interior, Juan Zapata. Como para dejar constancia cuál ha sido el rol que han cumplido estos tres personajes en la violencia contra las mujeres y sobre todo en el femicidio cometido por el policía Germán Cáceres.
O hacen méritos para bajar más la credibilidad en esta institución o, lo más grave, ¿ESTÁN PAGANDO FAVORES A QUIEN, SEGÚN VARIAS INVESTIGACIONES, TIENE MUCHO QUE VER EN LA COMPRA DE ARMAMENTO, GASES LACRIMÓGENOS Y MÁS IMPLEMENTOS POLICIALES PARA LA REPRESIÓN?
Sí es así, es más sospechoso todavía, pues con una medalla de ese tipo lo que le dan es una garantía para seguir, supuestamente, operando en la compra millonaria de todo tipo de instrumental policial. Porque sino no se entiende de otro modo. Siempre quedará la duda y la sospecha sobre lo que hace Diego Ordóñez, que además salió de la secretaría de Seguridad no precisamente por hacer un buen trabajo sino porque ya habría sido emitida su destitución por parte de la Contraloría al no haber declarado que tiene cuentas en paraísos fiscales.
Debe haber indignación en algunos altos mandos policiales por esto. Con toda seguridad fue una decisión tomada por Zapata y Salinas, con lo cual es más grave el daño causado a la institución. ¿Imagínense ustedes que cada vez que un ministro es sacado del cargo la Policía lo condecore? ¿Dónde queda el prestigio de la institución?
Pero como estamos en tiempos donde don Guillermo bien puede decir que es el mejor presidente del mundo y las encuestas y las evidencias prueban lo contrario, ya nada más nos queda que decirlo para que no impere la impunidad. PUNTO