Editorial de Radio Pichincha
Un mandatario, de cualquier país del planeta, asume su cargo y sus responsabilidades con la capacidad intelectual, física y política para gobernar a plenitud, con todas sus facultades, pues en sus manos y en sus decisiones está el destino de una nación. Y aunque suene a verdad de Perogrullo, este tema no es menor.
Y quien asume la Presidencia debe estar preparado para algo que parece obvio: el estrés de la delicada función acarrea consecuencias para la salud, para la salud mental, pero también para esa salud física. El ejercicio del poder puede enfermar. Por lo mismo hay que estar preparado.
Con la salud de cualquier persona no se juega. Jamás se puede poner por delante el ejercicio de la política o de cualquier oficio si con él se afecta la salud y el bienestar personal. Y eso lo saben los más lúcidos políticos, pero sobre todo la familia, los familiares directos. El solo hecho de hacer una campaña electoral ya es en sí mismo un ejercicio agotador, duro y hasta sacrificado si el candidato es una persona de la tercera edad o tiene enfermedades.
Para ejercer el cargo de Presidente hay que cumplir todas esas condiciones antes comentadas, pero si en el mismo ejercicio se afecta la salud, por responsabilidad histórica y pública, hay que hablar con la verdad. Ya no estamos en tiempos donde lo ocurrido adentro de los palacios era solo de consumo interno. Hoy es clave saber hasta dónde las condiciones de los mandatarios garantizan un ejercicio pleno del gobierno y de la administración pública. No puede, nada ni nadie, dejar que las especulaciones y las filtraciones sean la fuente de información.
Apegados al estricto sentido humanitario, aspiramos a que don Guillermo recupere su salud, atienda como su prioridad el tratamiento que requiera. Su integridad física y mental es fundamental, más allá de cualquier consideración política. Pero también es cierto que de haber algún problema hay que atenderlo con la mayor rigurosidad y también con la mejor transparencia. Que no haya sorpresas, menos aún desmentidos que después se convierten en un boomerang Por favor.
Lamentablemente, para el momento actual, con un juicio político de por medio, una crisis de seguridad muy grave, compleja, dramática y sangrienta, con una economía amenazada por la falta de recursos y con endeudamiento trepidante, se requiere de un mandatario en plenas facultades o, al menos, un equipo político con la solvencia necesaria para la gestión y la atención de las urgencias. PUNTO