Editorial de Radio Pichincha
Si el titular de este editorial se lo contamos a la mayoría de la población ecuatoriana, ¿nos creerán? Parece una broma de mal gusto decir que la violencia criminal no ha disminuido y por el contrario crece.
Los propios reportes oficiales camuflan esa realidad, pero las cifras están ahí: en todo el país este año fueron 1 543 casos. Si hacemos el cálculo promedio, tenemos 25 diarios. Así como lo oyen: 25 DIARIOS, EN LO QUE VA DEL 2024.
Solo en Guayaquil se quintuplicaron los secuestros y las extorsiones. De enero a marzo de 2023 hubo 120, pero, leamos y oigamos bien: en el mismo período, es decir de enero a marzo de 2024 hubo 618. Así mismito: 618. CINCO VECES MÁS.
Entonces, nos preguntamos: ¿PARA QUÉ SIRVE EL ESTADO DE EXCEPCIÓN, LA DECLARATORIA DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO?
Todos los días vemos loas y alabanzas sobre la supuesta reducción de la violencia criminal. Parece que confunden reducción de motines carcelarios con rebaja de asaltos, robos, secuestros, extorsiones o “vacunas”, violaciones y agresiones, etc. Y es verdad que ha tomado relativamente el control de las cárceles, incluyendo una fuga hace unos días atrás sin que exista una explicación y también se les fue Fito hace dos meses y pico, pero nadie sabe cómo se fue y hoy por hoy ni dónde está.
Pero hay que hablar claro: que las cárceles tengan cierto control es UNA OBLIGACIÓN PERMANENTE, NO PUEDE CONSIDERARSE UN TRIUNFO NI UN AVANCE EN LA LUCHA CONTRA LOS GRUPOS DE DELINCUENCIA ORGANIZADA. De hecho, lo que menos puede uno esperar es que las cárceles sean noticia, pero lo fueron durante los gobiernos nefastos de Moreno y Lasso.
De lo que no hablamos es si esos secuestros no son parte de la misma estructura criminal, del negocio delincuencial y de esa forma ya marcada de sacarle plata a la gente que ahora se llama “Vacunas”.
Lastimosamente nos han hecho creer que los escandalosos casos Metástasis y Purga ya son un avance importante. Sin subestimarlos, pongamos las cosas en su lugar: de los dos casos cuánto ha cambiado el panorama de la violencia.
Si vemos algún día las sentencias, todos los involucrados y todos los responsables (directos e indirectos) en la cárcel, ahí tendremos más confianza en la justicia. Pero si siguen distrayéndonos con los casos mediáticos, con una buena dosis de persecución a los adversarios políticos, la gente común y corriente seguirá siendo “vacunada” o secuestrada.
Claro, parecería que todo apunta a tapar esa realidad para ganar la Consulta Popular. Pero, finalmente: ¿la gente secuestrada y extorsionada puede esperar al 21 de abril para sentirse segura y salir a la calle o mantener su negocio o su vida privada en paz? PUNTO